sábado, 11 de agosto de 2007

La Corporación, un thriller en tiempo real / Pedro de la Hoz


Con las evidencias que se van descubriendo a medida que avanza el filme, Mark Achbar, Jennifer Abbot y Joel Balkan pudieron haber concebido una película de ficción en la tradición del thriller, puesto que La Corporación (2003) apunta a una trama criminal de alta intensidad. Pero los realizadores apostaron por la verdad al desnudo, documentalmente expuesta con rigor, valentía y honestidad, sin que por ello deje de advertirse en su lenguaje y estructura una deuda con el mejor cine policial.

A raíz de su primera proyección, Achbar expresó que se proponían "cuestionar la noción convencional que se tiene de las corporaciones, para que los espectadores vayan más allá de la normalidad que ofrece el mundo que los rodea, y aportarles una visión crítica de estas y la cultura corporativa", en tanto su colega Abbot afirmó sentirse estimulada "ante la destructiva naturaleza del neoliberalismo actual, a alertar a la gente de sus peligros y evitar su expansión descontrolada".

Con anterioridad al filme, el abogado Joel Balkan, escribió un ensayo titulado La Corporación: la persecución patológica de la ganancia y el poder, en el cual subraya: "En los últimos 150 años, la Gran Empresa, desde una relativa oscuridad, ha llegado a convertirse en la institución económica dominante en el mundo. Hoy las corporaciones gobiernan nuestras vidas. Determinan lo que comemos, lo que miramos en la TV, lo que vestimos, dónde trabajamos y qué hacemos. Estamos inevitablemente rodeados por su cultura, iconografía e ideología".

Esta serie documental canadiense fue uno de los sucesos cinematográficos más sobresalientes del último lustro.

Más de una veintena de premios internacionales avalan la calidad y el impacto de La Corporación, entre ellos los concedidos por el público en los festivales de Vancouver, Philadelphia, Brasilia, Calgary, Salónica y Toronto, y una triple corona del jurado en el Sundance Festival.

Ante la aplastante exposición sobre el nacimiento, el desarrollo y la insidiosa interferencia de las instituciones corporativas en la vida común de los ciudadanos, especialmente en los Estados Unidos, medios de prensa que funcionan como heraldos del sistema no tuvieron más remedio que rendir pleitesía al resultado fílmico. The New York Post lo calificó como "entretenido y provocador", y The Economist como "sorprendentemente racional". Únicamente The Financial Times, sangrando por la herida, lo consideró como "una broma enorme", sin aportar otros juicios de valor.

A fin de cuentas, a través de 42 entrevistas a presidentes de consejos administrativos, tecnócratas, brokers, académicos, e incluso expertos en perfiles criminales del FBI —gente tan variada y distante entre sí como ejecutivos del monopolio farmacéutico Pfizer, el imperio de los neumáticos Goodyear, y el gigante de la computación IBM, el economista Milton Friedman, los politólogos Noam Chomsky y Naomi Klein y el cineasta Michael Moore—, la visión supuestamente cívica y elegante de las corporaciones cede espacio a una pavorosa realidad cínica y amoral.

Sin embargo, la película no es descorazonadora. Sobre ello, Abbot ha dicho: "Para nosotros era muy importante que el documental fuese esperanzador, aunque no ingenuo. La parte más difícil de redondear fue el final porque no queríamos que el público saliera aplastado por la desesperanza, queriendo meterse en un hoyo. Es una película activista. Es un llamado a la acción. Pero no quiero ser tampoco ingenua al respecto. Esta es una enorme batalla y estamos en una encrucijada".

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