lunes, 27 de agosto de 2007

Un millón de familias de Florida, embarcadas en hipotecas de alto riesgo, ve peligrar sus casas

MIAMI.- "Pague menos y reciba dinero en efectivo. Mejore su crédito. 100% de financiación. Sin verificación de ingresos. Líneas de crédito. Segundas hipotecas. 40 o 50 años para devolver. ¿Crédito bueno, regular, malo? OK. Consolidamos sus deudas, da igual que sea propietario o no. Préstamos con o sin bancarrotas".

Anuncios como éste, que también se completan en televisión con cifras concretas de hasta 200.000 dólares (más de 150.000 euros), siguen llenando páginas enteras de la prensa de Miami en plena crisis de las hipotecas de alto riesgo o subprime. Gigantes como American Home Mortgage y hasta una decena de empresas rivales se han hundido en todo el país. Otra de las grandes, Option One, se ha retirado de Florida al no poder resistir los malos tiempos.

Pero aún siguen pululando gurús que ofrecen soluciones a los náufragos que están a punto de ahogarse en sus deudas o ya en la morgue, sin solución. Son las arriesgadas y curiosas brigadas de salvamento para aquellos que se metieron en aguas procelosas pensando que la jauja de los ladrillos iba a ser eterna.

Algunos, simplemente porque necesitaban una casa y se aprovecharon de hipotecas concedidas que no iban a poder pagar. Otros, por pura especulación. Son los que compraron para vender y se han visto atrapados en cifras que han hecho temblar los cimientos de las casas donde vivían. El globo estalló y el sueño americano se ha convertido en una pesadilla.

Pierre tiene un buen trabajo en un hotel y quería comprar un apartamento en un edificio junto al mar, donde ya vivía de alquiler. Los precios estaban disparados en 2005, pero todo se movía y nunca pensó que el mercado iba a retroceder tan bruscamente. Además, cuando investigó sobre la concesión de una hipoteca le dieron tantas facilidades que no lo pensó. Consiguió el 100% del valor de la propiedad en dos créditos del 80% y el 20%. Incluso sobre este 20% pidió un segundo préstamo. "El problema fue que no calculé los gastos", dice compungido.

"Las hipotecas son de las que llamaban negativas, en las que sólo se pagan intereses. Como parecía un capitalista en marcha, pedí también una línea de crédito y la saqué. Me venía bien para pagar tarjetas, arreglar el apartamento... Pero los intereses me han ahogado y debo más al banco que el préstamo original. Hasta la casa vale menos de lo que debo. No puedo aguantar y no tengo más remedio que perder el piso. No sé dónde me iré. En Miami es imposible vivir".

Dejar de pagar la hipoteca es lo último que se debe hacer, especialmente en Estados Unidos, donde perder el crédito significa marcarte a fuego para toda la vida. Teóricamente, el moroso puede volver a la circulación en siete años, pero pocos creerán ya en él en un país donde el dinero manda más que en ningún lado.

Ahora, los bancos ya sólo prestan el 50% de hipoteca y miran los ingresos, además del crédito, cosa que no hacían antes. Por eso, más un millón de familias en el sur de Florida están en peligro.

Vladimir e Iliana son una de las muchas parejas que creyeron llegar al paraíso tras salir de Cuba. Él tiene una pequeña empresa de construcción y ella es higienista dental. Tienen cuatro hijos. Hace tres años se metieron en la compra de una casa con parcela y piscina. "Sabíamos que íbamos apurados, pero como aquí se podía trabajar...", comenta Vladimir. Con lo que no contaban es con que, al frenarse el mercado, sus ingresos bajarían lo mismo que el precio de su casa. Y que los intereses iniciales al 4,5% crecerían hasta el 10%. Nadie se lo explicó a la hora de embarcarse en la operación. Y ellos tampoco se enteraron, porque estaban en el sueño americano.

"En vez de pagar 1.600 dólares (más de 1.200 euros) al mes, ahora nos dejamos 3.000. Y los taxes [impuestos] de la casa se han doblado este año. Y el seguro...", dice Iliana. "Tampoco lo esperábamos. Se ha juntado todo". Al depreciarse su casa, no tienen ya ni patrimonio para refinanciar. La familia se ha visto obligada a irse a vivir con la madre de ella.

Nelson, contratista, y Gilda, empleada en una compañía aérea, no perderán su casa, pero sí todo el negocio que pensaban hacer con un apartamento del que dieron una señal. Su caso representa el ejemplo de la variante especulativa frustrada. No les compensa seguir hasta el cierre de la operación, ya que los precios han bajado brutalmente, no pueden vender como pensaban, y perderían más dinero que el depósito adelantado de 40.000 dólares (unos 30.000 euros).

"Tal como están las cosas, nos quedamos con el mal menor. Nos damos por satisfechos con pagar la hipoteca de nuestra casa actual y las deudas de la inversión. Pero nos han avisado de que todo irá a peor y pondríamos en peligro hasta nuestra primera residencia", señala Nelson.

Al menos, no han caído en el fraude hipotecario, que ha proliferado en paralelo con la alocada carrera legal y que persiguen ya brigadas especiales de la policía. La caída del mercado residencial ha sido libre y, según los analistas, aún le quedan 18 meses para tocar fondo.

Estamos en uno de los ciclos bajos de cinco años que se alternan con los de bonanza desde los años sesenta en Miami. Las cascadas de foreclosures (juicios hipotecarios) en los que salen a subasta las propiedades por impagos de hipotecas se ha disparado en el condado de Miami Dade.

Mientras en 2005 llegó a 7.829, la cifra más baja de los últimos años, sólo hasta junio de 2007 iban ya 10.519. Miami es la séptima ciudad con más descalabros hipotecarios del país y mascarón de proa del desastre estatal. Florida, con 78.408, es el segundo Estado del país con mayor número de juicios hipotecarios, sólo por detrás de California, que ha llegado a los 83.210. Pero este Estado, con 36 millones, es el más poblado de EE UU, y dobla en número de habitantes al de Florida. Incluso en los últimos meses la proporción de foreclosures ha subido en Florida más del 20%; mientras que en California ha bajado el 7%.

La ciudad del sol, en plena caída del mercado inmobiliario residencial, se ha quedado como un solar, con esqueletos. Sólo en el corredor de Biscayne Boulevard, de la calle de Flagler, que divide Miami entre norte y sur, hay más de una veintena de rascacielos en construcción. Eso supone unos 10.000 apartamentos con precios mínimos sobre los 700.000 dólares (unos 540.000 euros). ¿Quién los comprará? Incluso como inversión, la respuesta asusta a los compradores extranjeros.

Brigadas contra el fraude

El condado de Miami Dade ha creado una brigada contra el fraude hipotecario coordinada con el FBI. En medio de la crisis inmobiliaria ha aflorado la estafa, que ha venido a golpear aún más a los compradores.

Unos fueron más allá de sus posibilidades, y a otros les engañaron. Pero en casi todos los casos el motor ha sido el afán por aprovecharse de una burbuja siempre a punto de explotar.

Una de las formas más habituales de estafa es la de la hostelería. Miembros de la banda buscaban en restaurantes a personas que podían tener buen crédito y que no querían perderlo. Es decir, gente ya mayor que no pensaba comprar más casas.

Los delincuentes les ofrecían dinero y hacían el préstamo hipotecario. Pedían el dinero en el banco, compraban la propiedad y le daban el dinero a la persona compinchada que vendía. Pero el estafador se quedaba con gran parte del préstamo, normalmente entre 100.000 o 150.000 dólares, para seguir pagando la hipoteca un año y después dejaba de hacerlo hasta que se perdía la casa.

Entre los implicados se incluye la cadena habitual de estos casos: el que se presta a la venta fraudulenta, agentes inmobiliarios e hipotecarios, abogados...
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