Demasiadas hipotecas / José Luis Gómez

El vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, ha tenido una legislatura tranquila, en la que nadie quiso tocarle la cara. Si en algo coincidieron oposición, empresarios, sindicatos y otros agentes sociales -incluso los medios de comunicación habitualmente hostiles hacia el Gobierno- fue en dejar tranquilo a este hombre sosegado, que habla despacio y al que, en público, sólo se le ha visto replicar a Zapatero, cada vez que éste volvió a demostrar que la economía no es lo suyo, a pesar de las enseñanzas que le dio algunas tardes su ex ministro Jordi Sevilla.

Pero del mismo modo que no hay mal que cien años dure, tampoco hay legislatura sin tensiones de ningún tipo. Es posible que España no esté en crisis pero es cada vez menos sostenible la tesis de aquí tampoco pasa nada, porque sí que pasa. La economía española sigue creciendo, es verdad, pero lo hace basándose en un modelo con debilidades más que aparentes, como su fuerte dependencia de algunos sectores, abundante precariedad laboral e insuficiente productividad.

Los problemas no vienen en todo caso de las grandes cifras que, maquilladas o no, van resistiendo. Digamos que la macro proyecta una imagen de solidez que la calle empieza a no reflejar, una señal clara de que al menos una parte de la población no encuentra en su bolsillo la bonanza del crecimiento. Una clave importante está en los tipos de interés, que no paran de subir, sin que el Gobierno pueda hacer nada al respecto, salvo protestar al estilo Sarkozy. Es verdad que España se aprovechó durante años de la política de tipos del Banco Central Europeo, aunque ahora sufra los nuevos criterios alcistas. El problema se agrava al darse un récord de endeudamiento de las familias, cada vez más difícil de soportar. Por primera vez en muchos años, las familias ya se endeudan más de lo que ingresan cada año, y eso acaba pagándose. Incluso con un buen ministro como Solbes.