sábado, 15 de septiembre de 2007

La economía, cuestión elemental / José Cavero


No hay duda, nadie la alberga, de que la gran pelea ante las elecciones de marzo ha de ser la economía, superada ya la fase de la lucha antiterrorista que ocupó al PP más de tres años de oposición con movilizaciones e himnos patrios en las calles de toda España. Ahora es 'lo que cuenta', o sea la economía, en sus muy variables apreciaciones: desde la subida de los tipos y del euríbor, a la subida de los productos básicos como el pan o la leche, desde las subvenciones para la adquisición de viviendas a los pisos vacíos y cómo forzar a su ocupación por inquilinos, desde la salud bucodental de los chavales a la subvención por tener hijos...

Todo entra en el mismo saco de la economía, sencillamente, porque todo pasa por nuestro bolsillo de contribuyentes. Incluyendo aquí, ojalá, los desmadrados presupuestos municipales de las fiestas de cada pueblo, o los sueldos no menos desmadrados de algunos alcaldes o presidentes de la Diputación. La acogida a los inmigrantes tiene matices políticos, pero no deja de ser cuestión básicamente económica. ¿Hay algo más fuera de la economía?. Claro que hay guerra de banderas, hay división interna en el PNV...

Pero nada fuerza tanto al enfrentamiento de populares y socialistas como la economía, por la sencilla razón de que unos y otros pretenden que lo han hecho mejor que sus adversarios. Mucho mejor, sin comparación. El PP sostiene que el PSOE ha dilapidado la herencia recibida y los ahorros familiares. El PSOE rebate y dice que en su mandato de Zapatero ha logrado situarse en la Champions League, entre las ocho primeras economías del mundo, y con crecimientos espectaculares de un cuatro por ciento en su Producto Interior Bruto. ¿Hay quién dé más?

Y por si fuera poco, en esta pelea de yo lo hice mejor y tú malgastas la buena herencia recibida, casi cualquier argumento es válido. De manera que Zapatero no ha tenido inconveniente en aparecer con el mismísimo gran líder de las finanzas nacionales e internacionales, Emilio Botín, y escuchar en su boca elogios que pudieran haber escandalizado a los menos ortodoxos de entre la izquierda plural.

Pero la confusión sigue siendo tal, que el PSOE ha querido que la mismísima patronal intervenga, y lo ha hecho de manera inequívoca, pidiendo a los empresarios que eviten falsas alarmas sobre el rumbo económico. Es más, el propio PSOE ha movilizado al mismísimo gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, para que, en una doble comparecencia en el Congreso y en el Senado, acalle el catastrofismo del que viene haciendo uso el PP insistiendo en la buena marcha que lleva la economía española... salvo que las voces catastrofistas y agoreras logren crear mala imagen, confusión, y fuercen a reducir inversiones extranjeras. Es mucho lo que un partido político puede hacer en favor o en contra de una imagen, tanto entre los ciudadanos propios como en la imagen internacional.

Y de eso se trata ahora, de acallar el ruido, de quitar de en medio sinrazones o debates meramente políticos, pero no menos capaces de paralizar una buena causa, un buen desarrollo, una buena marcha...

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