martes, 18 de septiembre de 2007

La eficiencia del sector bancario español, garantía frente a la crisis financiera desatada

MADRID.- La crisis que están sufriendo las hipotecas de alto riesgo en EEUU, conocidas allí como 'subprime' y orientadas a los colectivos de rentas más bajas -que no forzosamente han de ser de inmigrantes-, está haciendo temblar a la economía mundial. Cierto, a juicio de "El Economista".

Desde ese punto de vista, y en un sistema tan globalizado, cualquier ámbito financiero se encuentra afectado y, por supuesto, expectante ante lo que pueda suceder. Como consecuencia, el Viejo Continente y, dentro de este, España está en la misma situación. Y es que el tradicional dicho -cuando EEUU se resfría, Europa estornuda- sigue aún vigente a pesar de la globalización. Vamos, que desde la perspectiva de los efectos sobre el sistema, a la banca española también le alteran las subprime.

Además, las caídas que está provocando el bajón de este tipo de hipotecas en el parqué se sitúan también como uno de los factores ineludibles para cualquier compañía cotizada, financiera o no. Hay ejemplos de batacazos históricos, especialmente entre la banca mediana.

A pesar de lo cual, y aún a riesgo de ir a contracorriente en pleno chaparrón bursátil, hay varios matices sobre esta influencia que se derivan precisamente de las propias particularidades que atesoran las entidades financieras nacionales.

Hay que tener en cuenta a los bancos con representación directa en el país norteamericano o que mantienen participaciones en entidades locales. Bien, pues el Santander, a través del Sovereign, y BBVA, con Valley, Laredo National, Texas Regional, State National y Compass; además del Popular con el recién comprado TotalBank, no corren demasiados riesgos intrínsecos. Ya sea porque las organizaciones en las que participan no tienen productos específicos que encajen en las también llamadas hipotecas basura o debido a que el impacto de su inversión allí sobre el conjunto del negocio es poco significativo. Otra historia será la del Abbey que, al ser un banco hipotecario, ya se verá cómo reacciona.

Como detalle crucial en el trance que están viviendo las finanzas mundiales, y aunque nadie es infalible, es preciso subrayar que la banca española es especial en este sentido. Desde un punto de vista comercial, es probablemente la más eficiente del planeta, realmente dura de pelar. Baste recordar, a modo de ejemplo, cómo salió del desplome argentino en 2001. Comparado con otros, apenas fueron rasguños.

En cuanto a las entidades extranjeras que operan en España, con inversores nacionales trabajando con ellas, las hipotecas basura son más preocupantes. Es un caso distinto y su exposición a la crisis, dependiendo del ejemplo que se tome, sí puede considerarse más elevada. Véase, si no, el ejemplo de BNP, por tomar alguno, que ha tenido problemas en varios de sus fondos de inversión.

Con ánimo de frenar el alarmismo que se ha apoderado de la banca europea y de los parqués mundiales, desde el sector financiero se ha apresurado a asegurar que no hay hipotecas de alto riesgo a nivel nacional. Falso. Ciertamente existen, aunque ni son las de EEUU -a pesar de que parezca una obviedad- ni, por lo tanto, están en crisis y, para más inri, representan una parte ínfima del conjunto del mercado hipotecario nacional. Además, aquí la mayoría están dirigidas a inmigrantes que, en términos genéricos, no tienen rentas solventes y sobre los que tampoco se tiene una historia crediticia de garantías y, al revés de lo que sucede al otro lado del charco, en España no hay problemas en los cobros.

En este sentido se produce un consenso general en bancos y cajas al aseverar que este tipo de clientes paga puntualmente. Sea por motivos culturales, sociológicos o financieros, la diferencia entre el índice de morosidad que presentan estos colectivos y el resto de clientes resulta casi insignificante. Veremos cómo se comporta cuando la crisis comience a tocarle el bolsillo.

Con todo, en el supuesto de que el fenómeno subprime esté ya impactando sobre las entidades nacionales de manera directa, por razones coyunturales -el denominado suave aterrizaje de la Construcción en España-, a día de hoy, éstas tienen el riñón cubierto y no sólo porque sus beneficios estén siendo históricos. Así, sus provisiones para hacer frente a posibles impagos relacionados con el mundo inmobiliario se encuentran por encima de lo exigido en la legislación e, igualmente, el sector está afinando a la hora de conceder créditos hipotecarios, sobre todo a los promotores.

Más allá de los rumores que apuntan a que el sector financiero español puede ser la siguiente gran víctima europea tras Alemania o Gran Bretaña, y dejando a un lado las cuantiosas pérdidas en Bolsa, la emblemática eficacia de la banca española se posiciona como un escudo de ciertas garantías frente a esta crisis.

Patrioterismo barato aparte, y aún siendo ciertas las informaciones sobre el uso de los fondos de urgencia por parte de tres bancos españoles -muchas explicaciones tendría que dar la entidad que lidera Fernández Ordóñez si así fuera-, la banca española también is different.

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