domingo, 21 de octubre de 2007

Amancio Ortega ya tiene 21.500 millones, según la estimación de "El País"

LA CORUÑA.- Amancio Ortega se ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo cuatro décadas después de empezar a fabricar batas de señora en un taller de A Coruña. La fortuna del fundador de Zara ha aumentado en cerca de 5.000 millones de euros en el último año y ha alcanzado esta semana un nivel récord de unos 21.500 millones, según una estimación realizada por "El País" a partir de la información disponible en diversos registros públicos sobre más de una treintena de sociedades controladas por el empresario.

La mejor inversión de Amancio Ortega sigue siendo Inditex. No sólo por su valor, sino también por su rentabilidad. El líder europeo de la moda se ha revalorizado un 34% en un año. Sus acciones han superado esta semana la cota de los 50 euros, de modo que su valor en Bolsa es de 31.200 millones, lo que convierte a Inditex en la séptima empresa española por capitalización. El 59,294% que controla Amancio Ortega es su posesión más preciada, valorada en unos 18.500 millones. Ortega está orgulloso de ese valor, pero aún lo está más de los cerca de 75.000 puestos de trabajo que ha alcanzado Inditex. El grupo cuenta con una plantilla internacional -la mitad de los empleados trabaja fuera de España-, de mayoría femenina (un 82,8%) y joven, con una edad media de 26 años.

Industria de Diseño Textil (Inditex) se constituyó el 12 de junio de 1985, con sede en Arteixo (A Coruña). El germen del grupo, sin embargo, se remonta al taller de fabricación de batas creado en 1963 por Ortega y su primera mujer, Rosalía Mera, a la que conoció cuando ambos trabajaban en una mercería. En 1972 se constituyó Confecciones Goa, que tomó para su nombre las iniciales de Amancio Ortega Gaona en sentido inverso. Tras más de 12 años como fabricante para mayoristas, Ortega se lanzó a la aventura de vender la ropa en sus propias tiendas. Zara abrió sus puertas en una céntrica calle de A Coruña en 1975. Nadie podía imaginar en lo que se acabaría convirtiendo.

Tras crecer por España en los años ochenta y por Europa en los noventa, Inditex se ha convertido en la más global de las empresas españolas. Las 3.429 tiendas de sus ocho grandes cadenas están presentes en 68 países de Europa, América, Asia, el Pacífico, Oriente Medio y África. En el último ejercicio, Inditex alcanzó una cifra de negocio de 8.196 millones, el 60% fuera de España. Los beneficios fueron de 1.002 millones.

El flexible y rentable modelo de negocio ha seducido a analistas e inversores, que de cuando en cuando acuden en peregrinación hasta Arteixo para ver en directo lo que ya se estudia en las escuelas de negocio.

Allí son testigos del permanente contacto de las áreas de diseño y comerciales con las tiendas de todo el mundo, lo que permite a la empresa responder a los gustos de la clientela con una velocidad sin parangón. Los visitantes también pueden ver en acción al corazón logístico de la empresa, la gigantesca ruleta que reparte las prendas que salen de la fábrica en cientos de cajas con destino a cualquier rincón del planeta. En uno de los sótanos puede apreciarse también cómo los interioristas de Zara diseñan al milímetro la disposición de las prendas en una réplica de las tiendas reales en la que la única diferencia es que no hay clientes.

Las ganancias de la primera época de Inditex permitieron a Ortega iniciarse en las inversiones inmobiliarias, como casero de alguna de las tiendas de la empresa. Desde entonces, el negocio del ladrillo siempre le ha atraído y se ha convertido en uno de los pilares del imperio paralelo que ha construido el hombre más rico de España.

Este imperio está constituido por varias decenas de empresas. Ortega es accionista directo de Gartler y Partler, las dos sociedades a través de las cuales controla Inditex. También tiene una participación directa en inversiones Menlle, en la que la socia mayoritaria es su esposa, Flora Pérez, y en cuyo accionariado también está presente su hija menor, Marta. Además de estas tres sociedades, Ortega es accionista directo de Pontegadea Inversiones, que a su vez tiene un 100% de Ponte Gadea, la cual posee el 100% de Pontegadea Inmobiliaria. Ése es el núcleo del imperio paralelo de Amancio Ortega. En él juega un papel clave José Arnau Sierra, hombre de la máxima confianza de Ortega que administra su fortuna

Pontegadea Inversiones ha ido asumiendo las participaciones del 5% en sociedades cotizadas. En el último año se ha unido a la lista Astroc, por la que Ortega pagó las acciones al triple de lo que ahora valen. Ya en 2007, Pontegadea Inversiones ha vendido el 4,5% de NH Hoteles por algo más de 100 millones y pronto se deshará de la participación en Agbar.

Ponte Gadea, por su parte, es la matriz de la mayoría de las sociedades que controla Ortega. Controla Alazán y Keblar, dos sociedades de capital variable. El patrimonio de ambas supera los 1.000 millones de euros (gestionados por el Santander y el BBVA). Está concentrado en renta fija, pero es el 10% del total invertido en renta variable española el que suele acaparar los titulares. BBVA (41,6 millones), Santander (13 millones), Ferrovial (12,8) y Telefónica (8,3) eran las principales inversiones en la Bolsa española a 30 de junio.

Ponte Gadea controla también la mayoría de las sociedades inmobiliarias. Destaca su homónima, Pontegadea Inmobiliaria, que tenía a cierre de 2006 inmuebles arrendados en España y Reino Unido con un coste de adquisición de 759 millones, y un valor muy superior a precio de mercado. Aunque los ingresos por alquileres se duplicaron el año pasado hasta 41,5 millones, la sociedad entró en pérdidas por la subida del Euríbor, dado que buena parte de la inversión está financiada con hipotecas a tipo variable.

Amancio Ortega también ha apostado fuerte en el último año por la inversión inmobiliaria en Florida y en México, donde está en el aire el proyecto de levantar el edificio más alto de Latinoamérica, la torre Bicentenario, en la que planeaba invertir 110 millones. Ya en 2007, ha comprado un gran edificio en Berlín por 250 millones y ultima los detalles de la compra de 11 edificios históricos al Banco Santander por unos 500 millones.

Ortega es el tercer hombre más rico de Europa y el octavo del mundo. Con lo que ha aumentado su fortuna en 12 meses, le bastaría para ser el más rico de España. Pero él sabe mejor que nadie el trabajo que le ha costado, a lo largo de muchísimos años, lo que ha conseguido.

La cuadrilla de lujo

Los que mejor le conocen aseguran que el hombre más rico de España es fiel a su gente y desconfiado ante lo desconocido. Al dueño del imperio Zara, que fabrica en España y en China la ropa que viste en serie a todas las mujeres del planeta es, en realidad, un amante del trabajo artesano y bien hecho. Y si para sus negocios de confección produce a mansalva y encarga la tarea a manos de cualquier color, para sus pinitos inmobiliarios se vuelve exquisito y exigente, y siempre contrata a profesionales gallegos.

Da igual que la nueva tienda que va a abrir o el nuevo edificio que acaba de comprar estén en Dubai o en Shanghai. Amancio Ortega confía la remodelación, rehabilitación o construcción a pequeños talleres de la Comunidad, casi siempre de la provincia de A Coruña, con los que lleva trabajando desde los primeros 80. En un día moviliza todo un equipo y lo traslada en avión al lugar que haga falta. Paga el hotel y la manutención a todos los integrantes y remunera generosamente sus servicios. Algunos reconocen que hasta a 60 euros la hora, aunque otros se apresuran a desmentir: "Que no, que no... Que nos paga algo menos".

El material y los aperos también suelen transportarse desde Galicia, e incluso, en ocasiones, viaja hasta la obra la maquinaria pesada. Si se trata de un trabajo planificado, este material es trasladado en camión unos días antes para que esté en su destino cuando lleguen los profesionales, pero si las piezas son delicadas o si urge la inauguración del inmueble, todo va por el aire. Mientras tanto, algunos de estos talleres se ven obligados a permanecer cerrados. Por atender a don Amancio, pierden clientela pero les compensa.

El origen de esta íntima relación con los que eran modestos talleres de Ferrol, Mesía, A Estrada, A Coruña o Santiago se encuentra tres décadas atrás, cuando Ortega encargaba la instalación de sus tiendas al tándem constructor Corral y Queijeiro. Corral, aparejador, y Queijeiro, contratista, encomendaban a empresas especializadas cada parte de la obra. Las mismas firmas, con algunas altas y algunas bajas, que hoy continúan trabajando para Inditex.

Con el tiempo, Amancio Ortega integró a Manuel Queijeiro en su equipo y creó Goa Invest, la empresa contratista del grupo. Al frente de las cuentas puso a Pepita Ortega, su hermana, que ya trabajaba a su lado cuando él no era más que encargado en la mercería La Maja de A Coruña.

Seguimiento del tajo

Como director del departamento de Expansión y responsable de obras del grupo, Queijeiro (mano a mano con su hijo, que también trabaja para Ortega) se encarga de controlar todos los tajos, viajando aquí y allá desde la sede de Goa Invest en el polígono de Sabón (Arteixo). Para el seguimiento diario de los trabajos, para rastrear oportunidades en el mercado inmobiliario y para tramitar todos los permisos, Manuel Queijeiro cuenta con arquitectos y aparejadores propios y un jefe en cada una de las áreas en que Inditex divide el planeta.

Pero desde Sabón se encargan de reclutar al personal. María Martínez, de A Estrada, fabrica muebles para las tiendas de la cadena. Industrias Caamaño, de Rutis (Culleredo), es la empresa más grande que contrata Ortega y se responsabiliza de los escaparates, de los elementos de acero inoxidable, aluminio y acero, de algunos muebles, escaleras y ascensores, o de la estructura de la tienda cuando es de hierro. Escayolas Norte (Santiago), con su propietario, José Barril, siempre subido al andamio, se hace cargo de los techos y los estucos decorativos en la rehabilitación de edificios históricos adquiridos por Ortega. Entre ellos destacan los zaras de Roma o Milán, el teatro Losada de Ourense, el cine Capitol de Elche, el Zara Gran Vía de Madrid, el Liborio García de Málaga o algunas residencias del magnate como el Pazo de Anceis o los chalés de Santa Cruz y A Toxa.

En la agenda de Queijeiro aparecen los teléfonos de varios talleres para cada especialidad. Porque uno solo no sería capaz de asumir todo el volumen de trabajo que genera el imperio: "Se reparte mucho la tarea porque no damos abasto", dice uno de ellos. Así, por ejemplo, Goa Invest confía la carpintería a Ramón García (de Mesía), el más veterano de los del gremio que trabajan para la casa; pero también a Cerqueiro (A Coruña), que se encargó de la inmensa galería de la casa de Ortega en O Parrote; y a Induca, el taller de Cándido Hermida (Valdoviño), que estos días trabaja en París, en la instalación de las ventanas de uno de los cinco edificios que ha adquirido el multimillonario en los Campos Elíseos.

Ésta es la obra más importante de Ortega en la actualidad: la rehabilitación de estos inmuebles históricos de seis plantas. En lo alto de uno de ellos, el único de siete alturas, junto al Lido y frente a Louis Vuitton, se encarama un dúplex que el dueño de Inditex se ha reservado para sí. El resto del inmueble se está dividiendo en apartamentos de 50 metros cuadrados que se destinarán al alquiler.

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