lunes, 5 de noviembre de 2007

Cristina Narbona: «Debemos luchar contra la privatización del litoral»

MADRID.- El Gobierno acaba de aprobar la Estrategia contra el Cambio Climático, catorce años después del primer bosquejo. Tarde, pero no demasiado, dice la ministra del ramo. Cristina Narbona lleva tres décadas de conciencia medioambiental a la espalda, veinticinco años de vida pública y casi cuatro con la cartera a cuestas. Una legislatura frenética en su departamento -leyes para el agua, para la calidad del aire, planes hidrológicos, de responsabilidad ambiental, de biodiversidad, de montes...- para recuperar tiempo malgastado. «Nos queda mucho por hacer», advierte.

- Termina la legislatura con una decena de leyes aprobadas, infinidad de decretos, programas, estrategias, planes... ¿hiperactividad o que estábamos muy faltos de legislación ambiental?

- España se ha transformado mucho en lo económico y en lo social pero se había quedado atrás en exigencia ambiental. Hemos querido recuperar el tiempo perdido, construir un marco jurídico que en los próximos años permita mejorar nuestra calidad ambiental, favorecer un progreso económico basado en tecnologías menos contaminantes, y dar a los ciudadanos más garantías de sus derechos al medio ambiente.

- Usted ha tenido siempre el apoyo firme de Rodríguez Zapatero, pero ha habido dos velocidades en el Gobierno, con los ministerios de Industria, Economía, Fomento, Agricultura, más reacios a la vertiente ambiental. Ha costado la fiscalidad verde del automóvil, el código técnico de la edificación, que podía haber aprovechado el boom de la construcción...

- El código de la edificación, es decir, adaptar nuestra edificación a directivas europeas de eficiencia energética se empezó a debatir en el año 93, siendo yo secretaria de Estado de Medio Ambiente y Vivienda. Catorce años después lo tenemos. Por eso digo que se ha perdido un tiempo tremendo. Siempre hay diferencias de valoración, pero yo no me he sentido sola en el Consejo de Ministros. Si el presidente no hubiera querido que el medio ambiente tuviera importancia habría pensado en otra persona. Él sabía que yo iba a ser muy exigente.

- La estrategia para despejar el litoral de cemento y ladrillo parece tan necesaria como difícil de llevar a la práctica. El Ministerio propone, pero las CCAA y los ayuntamientos disponen.

- Sin duda. Pero además de esta estrategia, hay otros elementos. La Fiscalía especial de Medio Ambiente y Urbanismo es un acicate para que las administraciones cumplan con las leyes y una herramienta al servicio de los ciudadanos, más allá de cualquier reparto competencial. Y la propia ciudadanía es hoy mucho más exigente. Hay una cantidad enorme de plataformas ciudadanas por la defensa del litoral, el territorio, contra los abusos urbanísticos. Cada vez hay más personas que van a exigir a sus poderes públicos, ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno un urbanismo diferente y la protección de los valores ecológicos.

- ¿Cómo va a cambiar la política de costas?

- Hasta hace poco tiempo los ayuntamientos pedían que fuera la Dirección de Costas a hacerles un paseo marítimo o a sacar arena del mar para reponer la playa, y poco más. Tenía más que ver con el embellecimiento urbanístico que con la protección del litoral. Por ahí va el cambio, porque la política tiene que estar al servicio del uso público del litoral, luchar contra la privatización de esa pequeña franja de playa, más las dunas, los humedales... eso es de todos los españoles. Y además, el cambio climático hace que el mar suba, va a quedar menos espacio público y hay que ganarlo hacia atrás.

- Muchos ayuntamientos de todos los colores políticos han hecho caja tapizando su franja costera de ladrillo y cemento. ¿Es reversible esa situación o hay que dar zonas del litoral español por perdidas?

- Ni el Ministerio es el bueno, ni los ayuntamientos o comunidades autónomas los malos. Todos somos hijos de una cultura que ahora empezamos a reconducir. El Ministerio ha emprendido acciones que algunos municipios y algunas comunidades comparten, para que los ciudadanos dispongan de más espacio público para su disfrute, de una costa más valiosa desde el punto de vista ambiental.

El cambio climático se ha convertido en protagonista de la política medioambiental del Gobierno en este último tramo de la legislatura. Cristina Narbona cree que esta cuestión ha estado arrinconada durante demasiado tiempo. No era «una prioridad política». Ahora, con ella al frente del Ministerio, sí lo es.

- El Consejo de Ministros ha aprobado la Estrategia de Lucha contra el Cambio Climático mucho después de que otros países europeos tuvieran un instrumento similar. ¿Por qué ha tardado tanto?

- Yo puedo hablar con conocimiento de causa de la falta de prioridad política de este tema. Fui secretaria de Estado de Medio Ambiente del 93 al 96 y elaboramos el primer plan nacional de lucha contra el cambio climático de este país. El Gobierno socialista nunca lo aprobó y luego, en ocho años, tampoco el PP. Por eso en esta legislatura tenemos que recuperar mucho tiempo perdido por unos y otros. En este país se ha confundido bienestar con derroche y crecimiento económico con contaminación inevitable.

- Las emisiones de CO2 del sector industrial parecen más o menos encauzadas, pero falta la parte del león, el 60% restante, de los sectores 'difusos', el transporte, el sector residencial... ¿cómo rebajarlas para cumplir con Kioto?

- Es la parte más importante de los deberes pendientes. Hemos dado un primer paso, que ha costado, que es que la fiscalidad de los automóviles sea proporcional a su nivel contaminante. Venimos hablando de este tema hace más de dos años en el seno del Gobierno. Desde el 1 de enero de 2008, al adquirir un vehículo también jugará la consideración de cuánto contamina. Y bien lo han entendido los fabricantes de vehículos que, ahora sí, incorporan en su publicidad «este coche contamina menos».

Ha habido una resistencia feroz pero, una vez rota esa barrera con los automóviles, la fiscalidad ambiental llegará a otros ámbitos. Y hay que apoyar mucho más un transporte público menos contaminante, cambio de flotas municipales por otras más limpias, y pactos de movilidad en las urbes para dar más peso a la bicicleta. La tercera parte de los berlineses se mueven en bicicleta, eso aquí aún sorprende.

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