miércoles, 14 de noviembre de 2007

La crisis que viene / Julia Navarro


No sé si llamarla ‘crisis’ pero lo cierto es que los ciudadanos empezamos a notar los efectos de la subida de los precios.

Desde el Gobierno siguen derrochando optimismo, aunque el vicepresidente Solbes de vez en cuando reconoce que nuestra economía tiene algunos problemas que afrontar. Por lo pronto ya digo que los ciudadanos empezamos a apretarnos el cinturón porque la subida de los precios, sobre todo en alimentos, desequilibra el presupuesto doméstico.

Desde fuera, el Fondo Monetario Internacional augura dificultades por quema segura, España es un país expuesto a la crisis del mercado de crédito. Sin olvidar que hace unos días desde la Unión Europea se rebajaba al tres por ciento la previsión de crecimiento del PIB de España.

Según los expertos los efectos de esta ¿crisis? los empezaremos a notar en serio en el 2008, y aunque las grandes cifras macroeconómicas no vayan mal, lo cierto es que la pequeña economía doméstica ya se está resintiendo, que el paro está aumentando, y con un efecto colateral, la mayoría de los nuevos parados son inmigrantes.

Llegados a este punto, a los ciudadanos nos gustaría saber qué piensa hacer el Gobierno para abordar la que se viene encima. No se trata de ser pesimistas, ni mucho menos catastrofistas, pero es evidente que la economía española sufre síntomas de resfriado y que negarlo no va a cambiar esa realidad.

Sería pues de desear, que el Gobierno dijera qué piensa hacer, sobre todo porque vamos a iniciar un periodo singular, que son las Navidades, en las que el consumo aumenta, a veces más alegremente de lo que realmente nos podemos permitir, y luego llega la dura realidad de la ‘cuesta’ de enero y febrero en que más que ‘cuestas’ parecen montañas.

Precisamente en época de crisis es cuando más duro resulta ver la alegría con que algunos políticos echan mano del Presupuesto, es decir del dinero público para llevar adelante algunos proyectos manifiestamente prescindibles. Pero esa es otra historia, la de hoy, es que los síntomas de la crisis son ya innegables, y la señal de aviso está en ámbar.

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