viernes, 2 de noviembre de 2007

La FAO ante los desafíos del siglo XXI / Jacques Diouf


Se acaba de dar a conocer a la opinión pública el informe de evaluación externa independiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), informe que describe con mucha claridad y franqueza tanto los méritos como los defectos de la Organización. Ante la pregunta ¿necesita el mundo a la FAO?, la respuesta de los evaluadores es inequívoca: “si la FAO tuviera que desaparecer mañana, gran parte de las actividades que realiza tendrían que inventarse de nuevo…”.

Es indudable que la FAO, después de más de 60 años de historia, continúa suministrando una serie de servicios fundamentales que ninguna otra organización nacional ni internacional puede ofrecer. Y es también indudable que la FAO, cuyo cometido principal es erradicar el hambre en el mundo, tiene que adaptarse a los nuevos desafíos en la esfera de la alimentación y la agricultura: los efectos del cambio climático, como las sequías o inundaciones, la desnutrición de una población cada vez más numerosa, las plagas y enfermedades de los animales, como la reciente plaga de langostas o la gripe aviar, el uso de la bioenergía o la calidad de los productos alimenticios.

Esta evaluación externa independiente supone un gran hito, ya que la FAO es la primera organización de las Naciones Unidas que se somete a una evaluación de este tipo para mejorar su funcionamiento. Todo el equipo directivo de la FAO y yo mismo, como Director General, apoyamos y estamos colaborando con este proceso de evaluación, pionero en el proceso de reforma de las Naciones Unidas.

La evaluación formula 109 recomendaciones con el objetivo de preparar mejor a la Organización con respecto a los nuevos desafíos. Tanto yo como el conjunto del cuadro directivo de la FAO estamos absolutamente comprometidos con el proceso de evaluación y hemos colaborado con los evaluadores desde el principio. Ahora serán los propios Estados miembros quienes tomarán las decisiones estratégicas sobre la reforma de la Organización y nosotros estamos aquí para ayudar a ponerlas en marcha lo antes posible. Esa es nuestra obligación y pondremos todo nuestro esfuerzo en ello.

Sin embargo, nuestro presupuesto anual ordinario es de 260 millones de euros, una cifra que ha permanecido casi sin variaciones en términos absolutos en el último decenio, en una situación coyuntural en que la mayoría de los costes han aumentado. El propio informe de evaluación recuerda a modo comparativo que el presupuesto del Departamento Forestal del Estado de California era de 490 millones de euros en el 2005.

Si bien es cierto, el dinero por sí sólo –según las conclusiones de la evaluación- no resolverá los problemas de la Organización, es evidente que el nivel de recursos ha de ser acorde con el gran cometido de mejorar las condiciones de vida de las personas que tienen problemas de alimentación, junto con promover la mejora de la agricultura, la pesca, los bosques, el agua y el medioambiente en todo el mundo.

Muchos ya saben que la FAO es una agencia intergubernamental que ofrece asistencia técnica directa a los gobiernos o elabora proyectos de desarrollo para los países más necesitados. La FAO ha dado muestras de notable eficiencia en multitud de programas de manejo de aguas, de control de enfermedades o de distribución de semillas, por poner sólo algunos ejemplos.

Sin embargo, la labor de la FAO va más allá que la de un banco de ayuda al desarrollo o la de una ONG. Por su propia naturaleza, la FAO está llamada a jugar un rol de foro neutral para facilitar el intercambio de opiniones entre sus Estados miembros en el debate de múltiples temas y decisiones vinculantes que requieren el consenso internacional: Código de conducta para la pesca responsable, el Tratado internacional de recursos fitogenéticos, las negociaciones de la Comisión del Codex Alimentarius, la Convención internacional de protección fitosanitaria, etc.

Tampoco podemos olvidar que la FAO es el centro mundial de conocimiento por excelencia en materia de alimentación y agricultura. Muchas de sus publicaciones y estudios se encuentran de forma gratuita en Internet. El sitio web de la FAO tuvo 45 millones de visitas en 2006. Aquí los agricultores, los estudiosos, los políticos, encuentran un sinfín de informaciones y consejos en materia agrícola para poder tomar las decisiones justas.

Finalmente, la FAO realiza una importante labor de concienciación tanto a la sociedad civil como a los gobiernos sobre la necesidad de cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y, de modo particular, el objetivo número 1, erradicar la pobreza extrema y el hambre.

Es necesario señalar que los salarios de los funcionarios se rigen por normas internacionales que se aplican idénticamente para todas las agencias de la ONU. El informe califica al personal de la FAO de “competente con altos niveles de conocimientos técnicos y un fuerte compromiso con la misión de la Organización”. Muchos de ellos tendrían unos sueldos más elevados si trabajaran en empresas privadas.

Como ha señalado Leif Christoffersen, responsable del equipo de evaluación, el mundo necesita una FAO más fuerte, con más recursos y renovada, porque el no hacerlo condenaría a la Organización a un declive acelerado, lo que tendría por consecuencia que el mundo fuera más pobre, pues aumentarían las dificultades para vencer el hambre y la malnutrición.

La sociedad y el Gobierno Español no son ajenos a esta realidad. En la actualidad, España ha pasado a ser uno de los principales donantes de la Organización y está promoviendo soluciones eficaces para eliminar el hambre, la desnutrición y la pobreza en los países más desfavorecidos de África y América Latina (Mauritania, Malí, Centroamérica, Angola, Sudán, Cabo Verde...).

También España colabora con nosotros en proyectos destinados a la gestión adecuada de los recursos hídricos, claves para el desarrollo sostenible de la agricultura en Burkina Faso, Guinea, Senegal y Malí; trabajamos conjuntamente en temas de pesca sostenible en el Mediterráneo y en Asia, así como lucha contra la gripe aviar en los países del Magreb y Egipto y en beneficio de tragedias naturales como el reciente terremoto de Perú. La colaboración con España es en estos momentos excelente.

Por otro lado, el Programa TeleFood de la FAO, muy conocido en España, gracias a los diez años de Galas televisivas consecutivas, utiliza el 100% de los fondos recaudados de los ciudadanos y el público para financiar microproyectos agrícolas, ganaderos o pesqueros que permiten a familias y comunidades pobres producir sus propios alimentos. Un buen ejemplo de los más de 2.500 proyectos que se han puesto en marcha en 130 países son los huertos y granjas escolares que permiten a los alumnos comer en el colegio y aprender a cultivar y criar animales.

Los españoles son los primeros donantes en el mundo entero gracias a las diez galas celebradas con RTVE. En este momento la Liga de Fútbol Profesional (LFP) ha puesto en marcha una liga solidaria contra el hambre entre los 42 equipos de fútbol profesional para sacar adelante otros tantos microproyectos de los que miles de personas podrán beneficiarse en tiempos muy rápidos.

*Jacques Diouf es el Director General de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)

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