lunes, 19 de noviembre de 2007

Las remesas de emigrantes triplican la ayuda mundial / Sergio Brosa


El dinero fluye gota a gota traspasando fronteras, como nos cuenta Jason de Parle; 200 ó 300 dólares en cada remesa. Y así se compra harina de maíz, arroz, la ropa del colegio y se mantiene a raya al casero. La cuenta es enorme; los emigrantes de países pobres, envían anualmente a sus países de origen, del orden de los 300.000 millones de dólares, que representa más del triple de la ayuda exterior global que reciben; las remesas de emigrantes son la principal fuente de dinero de los países en desarrollo.

Los observadores muestran que el 80% o más del dinero se gasta de inmediato, en comida, ropa, el hogar, educación y ocasionalmente, en alguna cerveza o un televisor. Así que quedan decenas de millones disponibles para el ahorro o inversiones en lugares donde escasea el capital. Mientras las remesas sirven para reducir la pobreza del país, los políticos procuran aumentar el efecto del crecimiento económico.

Algunos emigrantes envían su dinero a cuentas de ahorro de entidades parabancarias menores, cuyos fondos sirven para dar microcréditos a emprendedores locales.

No resulta fácil rastrear las remesas para confeccionar un estudio formal, pues muchos emigrantes envían su dinero, grandes sumas globalmente, por correo postal o a través de amigos y así es difícil cuantificarlas y definir sus destinos. El Banco Mundial sólo considera las remesas de las que informan los bancos centrales. Los bancos oficiales estiman que la realidad es un 50% superior a los 208.000 millones de dólares del año anterior, por lo que es fácil estimar la totalidad de remesas en 300.000 millones de dólares sin temor a errar.

El mes pasado, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD, en sus siglas en inglés), departamento de la ONU, y el Banco Interamericano para el Desarrollo, publicaron una serie de cifras, extraídas de fuentes adicionales, incluyendo observadores privados y registros de empresas de transferencia de dinero. La investigación fue conducida por Manuel Orozco, de Diálogo Internacional, un grupo de investigación de Washington.

Este nuevo estudio estimó en 301.000 millones de dólares el total de remesas. Cifra similar a la del Banco Mundial. Sin embargo, ambos estudios difieren ampliamente en cuanto al destino de los fondos.

El Banco Mundial, a partir de los datos de los bancos centrales, dice que el sur de África recibió cerca de 1.400 millones en 2006, mientras que el nuevo estudio lo estima en 4.500 millones. El Banco Mundial asigna los ingresos de Brasil en 3.500 millones y el nuevo estudio le asigna 7.400. Dependiendo de las cifras que se usen Rusia recibió lo mismo 3.300 millones que 13.800, según el anterior o el nuevo estudio. El Banco Mundial publica anualmente su estudio, mientras que el nuevo que forma parte de un extenso proyecto, no ha sido aún cotejado adecuadamente.

En cualquier caso, los importes de las remesas son enormes y fluyen desde todo el mundo. La emigración es ciertamente global. El estudio del grupo de Washington encontró que 60 países recibieron un total de 100.000 millones o más el pasado año. En 38 países, las remesas fueron de más del 10% de su producto interior bruto. Manuel Orozco estima que sólo una tercera parte del dinero, 96.000 millones, salieron de los EE.UU., y otros grandes importes con origen también en Europa y Oriente Medio.

Hay quienes, como Donald F. Terry, directivo del Banco Interamericano para el Desarrollo, están favoreciendo que los países de acogida de inmigrantes y sus bancos, ayuden a la emigración reduciendo o eliminando totalmente los gastos de las transferencias y les ayuden a abrir cuentas de ahorro y así también puedan beneficiarse con la obtención de créditos hipotecarios para acceder a bienes raíces e iniciar negocios que les permitan una independencia económica.

También en España fueron críticas para el desarrollo económico, las remesas de emigrantes en la época en que tantos españoles andaban trabajando por Europa. Junto con la industria turística que nos cayó del cielo por nuestras playas y el sol que las calienta, ayudaron sobremanera a sacar a este país de la situación de posguerra en la que se hallaba, ya que, por las circunstancias políticas, fuimos apeados del Plan Marshall que fue crucial para la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Algunas instituciones financieras españolas, fundamentalmente cajas de ahorros pero también algunos bancos, han sido ya conscientes del enorme potencial económico que la inmigración supone. Y si cada uno de los emigrantes, con papeles o sin ellos, tienen una capacidad muy limitada de ahorro después de las transferencias a sus familias, el aglomerado de ellos supone un aporte de recursos a gestionar para las entidades financieras que se han aprestado ya muchas de ellas a publicitar “comisiones cero” en las transferencias a sus países de origen. Hoy día, el coste de mantener activas las memorias electrónicas de las entidades de crédito es insignificante, frente al pasivo que les pueden aportar y el negocio que ello les puede generar.

Así, en este caso, el “ayúdame que te ayudaré” parece más en boca de las instituciones financieras que de los emigrantes, quienes confían más en sus “agencias” para el mantenimiento de sus ahorros y las transferencias de dinero que en las instituciones oficiales del país.

En esta época de “crisis y coyuntura” como decía uno que trataba de familiarizarse con el léxico económico al uso, de los pocos que tienen capacidad de ahorro para mantener a sus familias en el conuco o en sus aldeas de origen, son los inmigrantes. Pero a base de mucho trabajo y grandes privaciones, cosa que nuestra juventud no parece dispuesta a afrontar.

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