viernes, 21 de diciembre de 2007

Aumentan los llamamientos en EEUU a una acción estatal ante la crisis

WASHINGTON.- El Gobierno de Estados Unidos deberá meterse la mano en el bolsillo si quiere contener la crisis inmobiliaria y evitar una recesión: es el mensaje que ex altos funcionarios económicos, aún hoy muy escuchados, trasmitieron en los últimos días.

El ex presidente de la Reserva Federal (Fed) Alan Greenspan desató una polémica al afirmar el domingo que el Gobierno debería ayudar dando dinero a los propietarios asfixiados por sus préstamos inmobiliarios a tasa variable.

"Dinero del Gobierno, sí", afirmó Greenspan en una entrevista por televisión. "El dinero está disponible y deberíamos utilizarlo en mayor cantidad, si es necesario, para resolver los problemas", añadió.

El miércoles fue Lawrence Summers, secretario del Tesoro del entonces presidente Bill Clinton, quien reavivó el debate al sugerir que el Gobierno ataque el problema con un vasto plan en el que se combinarían reducciones de impuestos, prórrogas del seguro por desempleo y aumento de los bonos de ayuda en alimentos.

"Es razonable pensar que esta ayuda oscilaría entre 50.000 y 70.000 millones de dólares, entre 0,5% y 1,0% del Producto Interior Bruto", afirmó en un discurso en Washington.

Estos comentarios fueron más significativos aún por el hecho de que Greenspan y Summers no son conocidos como favorables a la intervención estatal.

Si lo proponen hoy, es porque creen que la situación económica es grave.

"La probabilidad de una recesión ha aumentado a alrededor del 50%", afirmó Greenspan, por lo que estamos empezando a ver, "no ya la estanflación" (inflación elevada y crecimiento desacelerado) "sino sus primeros síntomas".

Summers consideró que "existe el peligro de una recesión seria, que llevaría al peor desempeño económico desde el fin de los años 70 y comienzo de los 80".

Todo el problema proviene de la crisis del sector inmobiliario, que no cesa de agravarse como una bola de nieve, provocando un crisis del crédito que estrangula a los mercados.

Las ventas de viviendas caen y, con el alza de las tasas de interés, cientos de miles de familias pobres que habían aprovechado los famosos préstamos a riesgo 'subprime' para acceder a la propiedad se ven amenazados con el embargo de sus viviendas.

En un contexto de alza de los precios de la gasolina y de la alimentación, el consumo no podría más que bajar, lo que representaría una catástrofe para la economía, puesto que representa los dos tercios del crecimiento.

"Una recesión moderada es probable a partir de ahora" estiman los analistas de Morgan Stanley en su informe anual de coyuntura, subrayando que "los consumidores deberán enfrentar una verdadera tempestad".

Al percibir que la situación se agrava, los dirigentes estadounidenses han venido acelerando su accionar recientemente.

A comienzos de diciembre, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, reveló un plan en el que se prevé la congelación de ciertos préstamos 'subprime' durante cinco años. La semana pasada, el Senado votó un texto por el que se facilita el acceso a los préstamos garantizados por el gobierno.

Paralelamente, el banco central se puso en actividad, dando a conocer el martes reglas para resolver el problema de las prácticas de préstamos dudosos, pero muchos inversores se muestran recelosos ante estas operaciones de salvamento estatal.

En principio, porque no es seguro que funcione. "Es imposible ayudar a todo el mundo", hace notar Brian Wesbury, de First Trust Portfolio.

Además, "las propuestas del gobierno Bush violan numerosos principios de la economía de mercado", afirma el analista.

"La preferencia debería ser siempre en favor del libre funcionamiento de los mercados", añadió, resumiendo en esas palabras la opinión de Wall Street.- (AFP)

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