miércoles, 26 de diciembre de 2007

El BCE y la tormenta financiera / Lorenzo Bernaldo de Quirós

El BCE anunció en la noche del lunes pasado una operación especial en virtud de la cual abre a las instituciones financieras una línea de endeudamiento ilimitada durante dos semanas a una tasa del 4,21 por 100, cercana a su tipo de intervención del 4 por 100.

Si se tiene en cuenta que el Libor para ese período temporal estaba en el 4,9 por 100, el instituto emisor europeo está reduciendo 70 puntos básicos el precio del dinero. De esta manera pretende hacer algo para suavizar los efectos de la contracción del crédito en la Eurozona sin alterar su política monetaria.

La pregunta es si el movimiento del BCE sirve para algo, esto es, si conseguirá devolver la “normalidad” a los mercados de crédito lo que parece dudoso.

La política monetaria sirve para muchas cosas pero no es un instrumento efectivo para resolver problemas de solvencia. Por desgracia, esa es la situación en la que se encuentran numerosos agentes económicos en los EE.UU. y, probablemente, aunque por el momento en menor medida, en la Eurozona.

En este caso es improbable que los bancos utilicen la liquidez puesta a su disposición por el BCE para aumentar su oferta de crédito a unas familias y a unas empresas cuya solvencia está en discusión. Al mismo tiempo, las entidades financieras más castigadas por la tormenta (hedge funds, banca de inversión etc.) no tienen acceso directo a los préstamos otorgados por la autoridades monetaria.

En román paladino, inyecciones de liquidez como la realizada por el BCE no llegan a quienes las necesitarían.

La globalización financiera y la titulización hacen muy difícil evaluar la dimensión y la extensión de los daños reales y potenciales causados por una crisis como la que vivimos. Aquí y ahora es imposible medir las pérdidas ocasionadas al sistema por el desplome del mercado hipotecario norteamericano y por los productos asociados a ella, así como detectar ex ante qué entidades están afectadas por el virus.

Cuando en una operación crediticia es imposible conocer con precisión los riesgos de la contraparte, la operación se vuelve inviable. Ante este panorama, los bancos emplearán la afluencia de liquidez para mejorar sus ratios de solvencia y protegerse de la aparición de riesgos inesperados y/o mayores de los esperados.

Este es otro argumento en soporte de un mantenimiento de la restricción crediticia.

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