lunes, 31 de diciembre de 2007

Malta y Chipre, a la eurozona

BRUSELAS.- Malta y Chipre se prepararon con mucho esfuerzo para poder adoptar a partir de este martes el euro como divisa. Sus respectivos gobiernos sanearon con mano de hierro los presupuestos públicos con el fin de poder cumplir con los estrictos criterios necesarios para entrar a la eurozona.

Chipre redujo su déficit fiscal de un 6,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2003 a un 1,5 por ciento en 2006. En el mismo período, Malta logró un dramático retroceso del mismo de un diez por ciento del PIB a un 2,6 por ciento.

Estas dos economías nacionales, las más pequeñas de los ahora quince miembros de la eurozona, pudieron poner bajo control el endeudamiento público y mantuvieron a raya la inflación. Ambas islas mediterráneas dependen fuertemente de las importaciones.

El euro les permitiría ahora ser menos vulnerables al alza de los precios de la energía y los turistas podrán pagar con euros y se ahorran los costos del tipo de cambio.

No obstante, las dos islas representan en conjunto sólo el 0,23 por ciento del producto económico de la eurozona, la región de la Unión Europea (UE) con moneda única.

En tanto, la mayor parte de los nuevos socios de la UE aún deben superar varias etapas para llegar a adoptar el euro como divisa.

Altos déficits y una inflación en alza hicieron caer los planes de ingreso a la eurozona de muchos países. Sólo dos de los nueve miembros del bloque que no utilizan la divisa europea como moneda confían en poder cumplir con los plazos concretos para ingresar a la eurozona: Eslovaquia abandonará el 1 de enero de 2009 sus coronas, mientras Rumania dejará en el olvido su divisa nacional, el leu, en el año 2014.

Todos los demás países -Bulgaria, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría y Polonia- no cuentan todavía con una fecha concreta pero esperan que en algún momento, entre 2010 y 2014, puedan entrar al exclusivo club, según confían en Bruselas.

También se mantiene la esperanza de que la “antigua” socia de la UE Dinamarca adopte finalmente el euro, después de que hace siete años la moneda comunitaria fue rechazada en un referéndum popular. El país nórdico cuenta con una legislación de excepción y no puede ser obligada por Bruselas a adoptar el euro.

Los críticos consideran que la ampliación de la eurozona es una novela sin fin por sus retrasos. Y sigue faltando una estrategia conjunta. A los ministros de Finanzas de la UE responsables del tema se les escucha una y otra vez la misma frase: “Los criterios de Maastricht deben cumplirse”.

Tras Malta y Chipre, ahora la atención se dirige hacia Eslovaquia. Hace pocas semanas, el primer ministro Robert Fico afirmó: “Nosotros haremos todo lo posible para que nuestros ciudadanos puedan utilizar en el año 2009 el euro”.

Bratislava debe presentar una solicitud de ingreso ante las instituciones de la UE en el año que comienza.

En Bruselas se mantiene mientras tanto controlada la euforia. El parlamentario europeo Werner Langen recomendó a Eslovaquia no precipitarse y concentrarse primero en el proceso de recuperación económica. “El ingreso a la eurozona es un paso importante que no debiera darse con una prisa innecesaria”, aconsejó el legislador alemán.

El escepticismo reinante en Bruselas podría estar relacionado con Eslovenia, que fue el primero de los nuevos socios de la UE que adoptó el euro hace un año, el 1 de enero de 2007. En noviembre, fue el país con mayor tasa de inflación de la eurozona al alcanzar un índice de 5,7 por ciento de alza en los precios.

El gesto del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Joaquín Almunia, cambió de inmediato, al sumarse esto al encarecimiento del euro en el mercado monetario mundial. La adopción del euro como divisa nacional podría justificar un alza de la inflación de como máximo un 0,3 por ciento, subrayó el comisario español.

Los temores a la inflación en los nuevos socios del bloque de los 27 permanecen, pese a las continuas desmentidas desde Bruselas. Según un reciente sondeo, tres cuartas partes de los encuestados en Budapest y Tallín temen que la adopción del euro haga subir los precios en sus países. Sólo un seis por ciento está convencido de que eso no sucederá.

Especialmente mayor es la desconfianza a posibles subidas de precios en los países bálticos, mientras que los habitantes de Malta y Rumania no le temen a la inflación.- (DPA)
(Vista de La Valetta, capital de Malta)

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