jueves, 24 de enero de 2008

Algo más que una crisis bursátil / Felipe Serrano*

La conexión entre la nueva crisis bursátil y la crisis económica que planea sobre la economía norteamericana se está realizando casi de manera automática. La conexión es el resultado lógico de la posición dominante que ha tenido EE UU en la fase de crecimiento económico de los últimos años.

Esta posición puede ser analizada desde una doble perspectiva. Por un lado, los países emergentes, y especialmente la china, han basado su crecimiento económico en la exportación. EE UU ha sido el receptor de estas exportaciones, lo que ha provocado un elevado déficit de la balanza de pagos norteamericana y, como corolario, elevados superávits en estos países.

Por otra parte, el mercado financiero norteamericano ha sido el principal receptor del exceso de ahorro que ha caracterizado a la economía mundial durante estos años. Esta afluencia de capital externo es la que explica, junto a los bajos tipos de interés y las facilidades del mercado subprime, el boom inmobiliario norteamericano entre el 2002 y 2006.

Pues bien, la crisis del mercado subprime (y la restricción del crédito que ha provocado), unido a la caída en el precio de la vivienda ha sembrado un mar de dudas sobre el crecimiento futuro de la economía americana. Si EE UU entra en crisis arrastrará a las economías de los países emergentes, y especialmente a China, con lo que la crisis económica mundial estaría servida.

¿Podría evitarse una situación como ésta? Hay quién piensa que las nuevas economías emergentes podrían tener capacidad de maniobra propia reorientando su crecimiento económico hacia la demanda interna. A corto plazo, esta opción no es factible y podría tener peligros añadidos para la economía derivados de una retirada de los fondos que tienen invertidos en EE UU.

La solución menos traumática podría venir de la Unión Europea, pero para ello debería dejarse en suspenso el actual diseño institucional de la UM.

Para que Europa pueda contribuir a superar a corto plazo la situación de incertidumbre económica existente se deberían aplicar políticas monetarias y fiscales de estímulo a la actividad económica. El BCE debería reducir los tipos de interés (en paralelo con la Reserva Federal), si no quiere contribuir a poner en más dificultades al mercado norteamericano y al euro, y los países de la Unión deberían realizar políticas expansivas, aceptando mayores déficits que los prescritos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

El principal problema al que nos enfrentamos no es a una desviación de la tasa de inflación del objetivo del 2%, sino a una recesión económica mundial.

*Felipe Serrano es catedrático de Economía Aplicada de la UPV/EHU.

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