martes, 22 de enero de 2008

Crece la idea de que la globalización financiera se licúa rápido

BUENOS AIRES.- Las burbujas especulativas ligadas a bienes raíces no son nuevas. Hubo dos previas a la globalización actual (1974, 1982), que data de 2001 y empezó a desinflarse en 2006. Ésta puede marcar el fin del ciclo macroeconómico iniciado en 1945/6.

Seguramente sin darse cuenta, Benjamin Bernanke –presidente de la Reserva Federal- lo admitió ya a fin de 2007. “La disciplina de los mercados se ha resquebrajado y los procedimientos prudentes para otorgar créditos se han erosionado”. Menos líricos, dos economistas sistémicos (Joseph Stiglitz, Paul Krugman) y el megainversor Warren Buffett sostienen que la proliferación de “préstamos innovadores” fue un desastre total.

Sin duda, los eufemismos de Bernanke trataban de cubrir a su antecesor, Alan Greenspan (cuyas recientes memorias también son una cortina de humo). En efecto, el hoy jubilado dejó pasar varias ocasiones de pinchar la burbuja hipotecaria. El fenómeno tuvo un aspecto poco notado en Wall Street: la masa de crédito (2004/6) coincidía con el descenso en los índices de propiedad residencial. Bancos y otros intermediarios inducían a millones de norteamericanos (y británicos, alemanes, españoles) a tomar mucho más de cuanto podían repagar.

La mentalidad creada por la globalización –cuya expresión política data de apenas 1991 y se llama Francis Fukuyama- permitía calificar como AAA valores o paquetes de títulos de último riesgo. Sus activos de sostén eran hipotecas concedidas a deudores poco solventes. Según reveló Krugman, “más de diez millones de familias en EE.UU. terminarán pagando muy por encima de cuanto valen sus viviendas y los inversores afrontarán quebrantos por unos US$ 400.000 millones”. Eso no obstó para que las cinco principales firmas de valores neoyorquinas hayan regalado a sus ejecutivos US$ 39.000 millones en bonificaciones anuales.

En realidad, es posible que la doble crisis actual (hipotecas, compras apalancadas) inicie, como la depresión de 1929/32, el fin de un ciclo macro –duran unos sesenta años, según Josef Schumpeter- más que el de la simple globalización financiera, que tiene menos de veinte. El propio Greenspan es culpable de forjar ilusiones fáciles. Discípulo de Ayn Rand, en 1963 sostenía que “es un mito colectivo la idea de que el sector privado tratará de vender alimentos o medicinas ineptos para el consumo, valores e hipotecas de mala calidad”. Tres de esos mitos son hoy problemas corrientes.- (Mercado)

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