miércoles, 9 de enero de 2008

Empleo después de la construcción / Primo González


Si no hubiera suficientes optimistas en el Gobierno, siempre estaría el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, para desempeñar esta delicada función. Caldera, comentando ayer las cifras del paro del mes de diciembre, que como se recordará fueron bastante malas, ha venido a decir que el aumento del paro en el sector de la construcción tiene una importancia limitada, ya que se está creando empleo en la industria y sobre todo en el sector de los servicios, particularmente en la asistencia social.

El aumento del paro en la construcción durante el pasado año se cifró en más de 47.000 personas, en especial durante el mes de diciembre, cuando el incremento de parados oficiales en este sector fue de 32.300. Parece que las cifras reales requieren ciertas matizaciones, ya que el importante aumento del paro aparece enmascarado por el incremento en el número de trabajadores autónomos en el mismo sector, lo que dejaría en realidad el incremento del paro en poco más de 10.000 personas.

Ignorar a estas alturas que el sector de la construcción, tanto en asalariados como en autónomos, va a ser probablemente fuente de deterioro para el mercado de trabajo es cerrar los ojos a la realidad. Cada día se multiplican las señales que ponen de relieve el deterioro del sector de la construcción, que parece estar abandonando su etapa histórica más brillante para entrar en un escenario bastante más normalizado e incluso de recesión.

No tendremos posiblemente una dimensión correcta del problema hasta pasadas las elecciones, cuando la obra pública (estimulada en estos meses por la cercanía de las elecciones) abandone sus proyectos más faraónicos.

A la vuelta de la primavera del año recién iniciado podríamos encontrarnos con una acumulación del paro en este sector de la economía, fruto tanto de la menor actividad en la construcción residencial como en la obra pública. Y, adicionalmente, en el sector de la industria auxiliar, ya que la construcción es un importante motor de actividad para la industria española, a la que demanda un elevado número de materiales.

Esta misma semana, una de las empresas más destacadas de la industria auxiliar, Roca, ha anunciado la paralización de buena parte de sus inversiones, lo que significa en primer término que deja de crecer como primer paso para una posible reducción de su actividad productiva, para acompasarla a la demanda real del sector de la construcción residencial, que se espera bastante más modesta en el año en curso.

De lo dicho por el ministro Caldera, que en etapa preelectoral está en su derecho a ser optimista (máxime teniendo en cuenta que él es el responsable del programa electoral del partido gobernante), resultan llamativas dos afirmaciones. Primera, que la industria puede compensar el desfallecimiento del empleo en el sector de la construcción. Segunda, que ha aparecido en escena un nuevo sector capaz de convertirse en motor del aumento del empleo, el de la asistencia social (Ley de Dependencia), el que da cobertura a las nuevas necesidades surgidas por el envejecimiento de la población española.

Estimaciones mencionadas por el propio ministro de Trabajo apuntan que en el año 2007 esta nueva actividad ha generado unos 200.000 empleos, muy por encima de los 60.000 que ya proveyó en el año 2006.

Lo de depositar en el sector industrial la gran esperanza del relevo en la creación de empleo, máxime con una economía en fase de desaceleración, parece más un recurso a la fantasía que a un prudente realismo. Parece desconocer el ministro que el sector de la construcción ha sido en estos años el refugio principal de la mano de obra llegada de la inmigración, con escasa formación profesional en la mayoría de los casos y, por ello, con serias dificultades para encontrar acomodo de recambio en el sector industrial, en el que la capacitación profesional es lógicamente mucho más exigente.

Por cierto, Caldera no parece haber pensado en la necesidad de afrontar una de las tareas más necesarias con vistas a facilitar el tránsito de una economía con la construcción como motor del crecimiento a otra en la que la industria y los servicios deberían tomar ciertamente el relevo, a condición de que la mano de obra sea preparada efectivamente para ello. ¿Hay algún programa de formación profesional preparado para facilitar este reciclaje?

Lo de cambiar empleo en la construcción por empleo en el sector de la asistencia social es otra forma de ignorar que el país necesita empleos productivos capaces de generar valor añadido y sobre todo exportación, que es lo que de verdad empuja al alza y multiplica la actividad económica.

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