lunes, 21 de enero de 2008

Es, otra vez, la economía / Luis de Velasco

Confirmando la gravedad de la coyuntura económica en Estados Unidos, Bush y el legislativo quieren llegar a un acuerdo rápido en un paquete de medidas de estímulo, con las tres “T” que ha definido la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi: timely, targeted, temporary.

A tiempo: se quiere tener el paquete listo antes del próximo fin de semana. Bien definido, y aquí hay diferencias entre demócratas y republicanos en los medios, que no en el fin: inyectar dinero en la economía. Temporal, es decir, no permanente en la aplicación de los estímulos fiscales que se acuerden. Todo ello en la línea avanzada por el presidente de la Reserva Federal, Bernanke, en su intervención del pasado jueves.

La urgencia está justificada. Los indicadores económicos, desde el magro crecimiento del PIB en el último trimestre del año hasta las bajas ventas detallistas en la campaña de Navidad, pasando por el alza del paro y la caída de los indicadores de confianza mientras el mercado mobiliario sigue en crisis, todo ello confirma que la economía más importante del mundo (aproximadamente un quinto del PIB mundial) está, posiblemente, entrando en recesión.

Los catastróficos resultados de empresas emblemáticas como Citigroup, Merril Lynch y otras, con los fondos soberanos de países como Singapur, Corea del Sur, Kuwait y otros al rescate, muestran la profundidad de esta crisis. Como se vaticinaba, el efecto de las hipotecas basura no se conoce del todo y es más amplio de lo temido. El partido no ha acabado todavía, ni mucho menos.

De acuerdo con las líneas definidas este viernes por el presidente Bush, se trataría de un paquete de estímulo en el entorno del 1 por ciento del PIB norteamericano, lo que supone unos ciento cuarenta mil millones de dólares (algunas voces han señalado que es insuficiente y la primera reacción de las bolsas de Nueva York no fue favorable).

Respecto de las medidas, hay desacuerdo entre republicanos y demócratas. Los primeros quieren incluir medidas fiscales a favor de empresas mientras que los segundos, sin rechazar eso, están de acuerdo en rebajas impositivas inmediatas a las personas y familias, a percibir por medio de cheques a remitirles en abril.

Ahí también hay acuerdo, pero los demócratas recuerdan además que hay cincuenta millones de ciudadanos que están exentos del pago de impuestos y que quedarían fuera de este programa. Insisten además en más gasto social y aumentos en el subsidio de desempleo. Sin duda que habrá acuerdo y rápido, a pesar del rechazo al programa por parte de los tres precandidatos presidenciales demócratas, Clinton, Edwards y Obama.


La gran incógnita es si estas medidas serán suficientes. Los tiempos económicos son siempre lentos, incluso en una economía muy flexible como es la norteamericana. Más importante es que no se conoce el alcance total de los daños de la crisis inmobiliaria y las hipotecas basura. No se sabe, en definitiva, si estamos ante una crisis coyuntural o es algo más profundo. Lo que sí está claro es que la economía pasa a primer plano en la campaña presidencial.

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