Esos momentos de recesión fueron buenos porque las familias ricas han podido comprar, a muy buen precio, propiedades y fincas. “Sólo es cuestión de tener liquidez en los tiempos de crisis”, insistía uno de los interlocutores. Y el relato que se escuchaba a continuación era éste:
-- En la primera crisis, de mis padres, compramos “Moratalla”, que era del marqués de Viana. Había un banco que quería el dinero, no la finca, y entonces…
-- Pasaron los años, y otro banco nos llamó para que compráramos una finca en Hornachos que no quería nadie.
-- Años después, pudimos quedarnos con una finca en Plasencia, de Gabriel Álvarez, con muchos frutales, la mayoría sembrados con mucho esfuerzo y mucho crédito. En el precio, cuando pedían 5 millones de pesetas, nosotros respondíamos que 4… Al final fueron 400 millones de pesetas, que no estaba nada mal en esa época.
“Ha pasado el tiempo –concluía el interfecto- y no hay nada más rentable que comprar en tiempos de crisis. Y nada hubiera sido posible si, hace 30, 20, 10 años, no nos hubiera llamado Banesto”.
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