viernes, 22 de febrero de 2008

Negocio propio, alternativa para la economía cubana

LA HABANA.- Unos 150.000 cubanos, un 3% de la fuerza laboral, cuentan con una licencia para trabajar por cuenta propia.

El gobierno controla más del 90% de la economía de Cuba. Pero en su calidad de presidente interino, Raul Castro ha abierto la posibilidad de que haya pequeñas manifestaciones de iniciativa privada.

Ahora, con la renuncia de Fidel Castro, muchos cubanos esperan que disminuyan más todavía los controlesl sobre ese sector.

Pero para comprender los retos económicos que enfrenta Raúl Castro, quien con seguridad será nombrado presidente el domingo, uno tiene que considerar los niveles de control oficial en Cuba sobre la empresa privada mediante la concesión de licencias, impuestos y aparatos de vigilancia, sin mencionar un oneroso proceso de aprobación de solicitudes.

El ser empleado por cuenta propia en Cuba requiere mucha paciencia.

Se les llama "cuentapropistas" y son reparadores de neumáticos, conductores de taxis y personas dedicadas a diversas profesiones que cuentan con una licencia del Ministerio del Trabajo y deben de pagar mensualmente un impuesto de 500 pesos (19,20 dólares), lo cual supera levemente el salario estatal promedio.

Ese sector incluye a dueños de restaurantes familiares pequeños, músicos, artistas y pequeños granjeros que pueden vender más que lo permitido por las autoridades.

Muchos más cubanos laboran sin permiso en la economía subterránea de un país donde la mayor parte de la gente necesita de un segundo trabajo para cubrir sus necesidades.

Raúl Castro criticó la ineficiencia gubernamental y promovió el debate sobre el futuro económico de Cuba. Muchos consideran ahora que debería abrir los sectores agrícola, comercial y de servicios a empresarios o cooperativas, aunque se espera que haga poco por privatizar sectores de gran importancia, como la energía, los servicios, el azúcar o la minería.

Cuba ya ha sometido su economía a un proceso de liberalización. Cuando cayó el bloque soviético, llevándose los subsidios que llegaron a representar la cuarta parte del Producto Interno Bruto de la isla, el gobierno toleró ciertas formas de iniciativa privada. Reabrió los mercados de venta directa de los cultivadores y fomentó el turismo y la inversión extranjeros.

Como ministro de la Defensa, Raul Castro estuvo a la cabeza de esa reforma. Sus soldados manejaron granjas y sus oficiales quedaron a cargo de empresas en las áreas de electrónica, industria tabacalera y turismo.

El número de cubanos que trabajan por cuenta propia se incrementó a casi 210.000 en enero de 1996, creando nuevas divisiones en la sociedad cubana y profundos resentimientos entre aquellos que se quedaron con sus salarios de gobierno.

Fidel Castro terminó por denunciar una "nueva clase de ricos" y anuló algunas reformas. Un decreto del 2004 prohibió la emisión de nuevas licencias para 40 formas de negocio propio, entre ellas reparación de carrocerías, masajistas, picapedreros y payasos para fiestas infantiles, lo cual redujo la cifra a las 118 profesiones toleradas en la actualidad.

Las tasas de autoempleo cayeron, pero Cuba encontró nuevos mecenas: Los altos precios del níquel, los amplios préstamos de China y casi 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano bajo subsidios.

La buena relación de La Habana con China y Venezuela ha hecho que la necesidad de una reforma económica en Cuba sea menos urgente.

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