martes, 19 de febrero de 2008

El petróleo, otra vez a 100 / Primo González

El petróleo se ha ido acercando estos últimos días hacia la barrera de los 100 dólares en Estados Unidos, barrera que finalmente ha roto este martes.

No hay una motivación inmediata para esta subida como no sea la sospecha de que dentro de dos semanas, la reunión ministerial de la OPEP va a dar largas nuevamente a la demanda de los países desarrollados, incluido el mismo G-7, de aumento de la producción.


No estamos teniendo un invierno particularmente frío y, además, hay una cierta amenaza de recesión, que puede aflojar un tanto la demanda de crudo en los próximos meses, lo que podría quitar algo de presión a los precios. Pero, por el momento, y quizás de forma puntual, el precio se ha encastillado en la mítica frontera de los 100 dólares por barril.

Los altos precios del petróleo son a corto plazo una incómoda compañía para la estabilidad de precios en las economías desarrolladas. Quizás no tanto como se dice, ya que hace apenas cinco años los precios del crudo estaban en la zona de los 25 dólares, lo que significa que tras haberse multiplicado por cuatro, no han logrado erosionar de forma significativa el poder de compra de las economías occidentales.

Pero el hecho de tener el petróleo a 100 dólares por barril constituye toda una invitación a la adaptación de las políticas energéticas, de forma que los países que están más condicionadas por una fuerte dependencia exterior deberían encontrar incentivos más que suficientes para desarrollar los combustibles alternativos.

En los últimos años se han desarrollado bastante las nuevas fuentes de energía alternativa, en parte debido a la necesidad medioambiental de diversificar el empleo de combustibles, para no depender únicamente de la energía procedente de los hidrocarburos.

Aunque el desarrollo de las energías eólica y solar ha permitido un cierto efecto de sustitución, la capacidad de estas nuevas fuentes de energía para doblegar la presión de los precios del crudo se ha visto que resulta bastante poco eficaz.

La energía nuclear, que despierta las naturales reservas entre amplios sectores de la población debido a la cuestión no resuelta de los residuos radiactivos de larga duración, ha sufrido un parón importante en su aportación a la oferta de nueva energía desde los años 80 (en la práctica, llevamos más de 20 años sin nuevas aportaciones significativas del átomo a la satisfacción de las necesidades de energía) y ponerla en marcha, como están haciendo ahora algunos países como Gran Bretaña y Francia, además de los emergentes, no es cuestión de pocos años.

Lleva tiempo, no menos de cinco años, poner en marcha nuevos grupos de producción eléctrica nuclear.

Por otro lado, la cotización del petróleo a los precios actuales constituye toda una invitación al desarrollo de nuevas inversiones que logren poner en explotación reservas de crudo que no resultan económicamente rentables a precios del petróleo inferiores a los actuales.

Ese tipo de inversiones tendrían en buena medida la virtud de poner en el mercado recursos petrolíferos procedentes de zonas distintas a la actual OPEP, que controla el 40% de la producción mundial y en cuyo seno existen algunos países (Irán y Venezuela, sobre todo) dispuestos a utilizar el petróleo como una poderosa arma política.

Diversificar las fuentes de aprovisionamiento de combustibles líquidos sería un importante paso hacia la tranquilidad de los suministros de energía, pero ello dependerá de importantes inversiones que en la actualidad no están ni siquiera en marcha, entre otras cosas por el elevado coste que implica su puesta en producción.

El petróleo a 100 es, por desgracia, una hipótesis bastante difícil de evitar a corto plazo. Quizás podamos ver precios más bajos en los próximos meses, pero resulta difícil que sean mucho más bajos. Lo de los 100 dólares por barril es a corto plazo una compañía que parece bastante difícil de abandonar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario