miércoles, 20 de febrero de 2008

La crisis se mete en las casas / Carmen Tomás

Siete de cada diez españoles ya sufren en sus carnes la crisis económica, esa que el Gobierno se niega a reconocer y menos a solucionar.

Lo aseguraba ayer una encuesta del diario ‘Expansión’. La muestra viene a apuntalar algo que ya se percibía en otras encuestas y que la tozuda realidad imponía. Los datos que cada día van escupiendo los distintos organismos estadísticos son contundentes.

Cierran empresas, aumentan los afectados por regulaciones de empleo, empieza a haber despidos masivos, aumenta la morosidad, España ya no es atractiva para la inversión extranjera, los notarios no firman escrituras, ni se compra ni se vende un piso, los precios de los productos básicos de la cesta de la compra siguen subiendo.

Todo esto y mucho más se llama crisis. Y tiene sus soluciones. Unas más difíciles, otras más fáciles. Unas con resultado a corto plazo, otras a más largo plazo. La cuestión es reconocer que hay un problema, analizarlos y obrar en consecuencia.

El Gobierno ha decidido seguir en el camino de negar la mayor y los problemas obviamente se acumulan. La consigna es que no aparezca nada gordo antes de las elecciones. Y en esa estrategia hay que enmarcar el plan de salvamento del ICO, con dinero de todos, y la tutela o intervención, como se prefiera, que el Banco de España está ejerciendo ya de facto sobre algunas entidades financieras en graves dificultades.

También, cómo no, la eliminación de las listas de paro de desempleados que necesitan cualificación o que van a estar enfermos unos meses o que les falta algún papel en el caso de inmigrantes.

Algunos medios de comunicación prefieren llamar a la denuncia de esta ocultación de la realidad, política de tierra quemada. Otros preferimos llamarlo responsabilidad. Pagamos a la oposición para que fiscalice el quehacer del Gobierno y denuncie las trampas y ponga blanco sobre negro la realidad sea ésta buena o mala.

Cómo será que hasta el ex presidente Felipe González le ha dicho a Zapatero que hay crisis y que se ponga a solucionarla. A ZP le dará igual. Ahora la marcha atrás es muy complicada. Además, sería reconocer que ha estado, una vez más, engañando a los ciudadanos. Y este no es el talante del presidente que, como él ha mismo ha dicho, es más partidario de la tensión y el dramatismo.

Ahora, con las cartas encima de la mesa y los problemas en las cocinas de la gente, la cuestión es elegir quién puede ser capaz de sacarnos de los follones en los que este gobierno nos ha metido durante estos cuatro años. Tiempo para reflexionar por suerte aún queda.

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