miércoles, 12 de marzo de 2008

El techo del euro y el suelo del dólar / Primo González

Las intervenciones de los bancos centrales suministrando liquidez de forma apreciable a las entidades financieras han aliviado un poco las angustias de los inversores y de las entidades financieras, pero no parecen haber tenido el efecto deseado por todos, sobre todo pos los bancos centrales europeo y japonés. Tanto el uno como el otro habían acudido a la invitación de la Reserva Federal norteamericana para tratar de arreglar entre todos el desaguisado financiero existente porque pensaban los colegas de la Fed que esta sería una forma apropiada de enfriar sus propias divisas. Pero las cosas no han sido así, de momento, y el euro sigue subiendo por la pendiente del éxito, es decir, por la ruta que puede llevar a la economía europea a un sonoro fracaso, incluso si dentro del mismo paquete se incluye la posibilidad de que Estados Unidos logre enderezar alguno de sus desequilibrios básicos, como el exterior.

La inyección masiva de dinero era una esperanza para los bancos centrales con vistas a no tener que recortar en exceso los tipos de interés en una situación como la actual, de altos riesgos de inflación. En concreto para la Reserva Federal norteamericana, que el próximo día 18 de marzo tendrá que pronunciarse sobre su visión de los problemas actuales que aquejan a las economías, a la suya en particular. La apuesta más firme ponía de relieve la posibilidad, casi la seguridad, de que la Fed rebajase 0,75 puntos su tipo de interés. Pero después de las inyecciones de dinero, algunos consideran que no es tan necesario un recorte tan drástico y que un 0,50% de rebaja sería más que suficiente.

Al fin y al cabo, actuar sobre el volumen y sobre el precio al mismo tiempo no tiene mucho sentido. O se hace sobre uno o sobre el otro. O sobre los dos pero de forma más afinada. Con tanta inyección de liquidez, las necesidades de bajar tipos de interés en Estados Unidos son menores y quizás se evitan dos daños colaterales: una mayor depreciación del dólar y un cierto estado de beligerancia contra la inflación. No está tan claro que una tercera consecuencia, facilitar las devoluciones de créditos a los morosos, formaría parte del mismo paquete, ya que hay bastantes evidencias que señalan que quienes no pagan los créditos en Estados Unidos (los hipotecarios mayormente) no los pagarán ni con tipos de interés cero, ya que una parte significativa de la financiación ha sido concedida a prestatarios de insolvencia plena.

Mientras la Fed y sus colegas siguen metiendo dinero a espuertas en el sistema, el directorio de la Reserva Federal tiene que estar meditando muy seriamente cómo medir la eficacia de estas actuaciones ya que el día 18 tendrá que decidir en qué cuantía va a bajar los tipos de interés y hacerlo, además, sin lesionar en exceso las expectativas de recuperación (de cierta recuperación) del dólar. La caída del dólar, como se está viendo, está desarrollándose en paralelo a la subida del petróleo, ya que los productores han optado por “indiciar” el precio de sus materias primas. Y con el petróleo al alza, la inflación está descabalando en Occidente cualquier posibilidad de controlar la situación económica encarrilándola hacia la estabilidad. Los consumidores además ven su capacidad de compra mermada continuamente, lo que desde un punto de vista político puede ser letal para algunos Gobiernos occidentales.

La sensación bastante generalizada, en todo caso, es que las inyecciones de liquidez están teniendo un efecto moderado y quizás transitorio y, sobre todo, no han logrado conjurar el riesgo que perciben los bancos centrales de la Unión Monetaria y de Japón, es decir, la interminable defenestración del dólar. ¿Hasta dónde puede llegar el dólar en su caída, más allá de 1,50 dólares por euro, que es la última barrera significativa que ha traspasado? Los escépticos dicen que sólo cuando los mercados perciban que la economía de Estados Unidos empieza a retomar el vuelo y a salir de la crisis inmobiliaria y financiera en la que se encuentra sumergida empezaremos a valorar mejor a su divisa. Entre tanto, el valor del oro y del crudo sigue en alza y parece que por cierto tiempo, ya que al no fiarse nadie del dólar, el dinero se va a refugios más sólidos. Quizás no sea un círculo vicioso, pero sí un viaje de final todavía incierto.

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