viernes, 28 de marzo de 2008

¿Cuál es el momento de la crisis? / Luis Aparicio

Dentro de las habituales frases hechas de los mercados se inscribe la que la Bolsa es un crisol de las expectativas económicas y financieras de una economía (Frase, por cierto, bastante cursi).
Por ello, la mejoría que está mostrando el mercado en las últimas sesiones lleva a muchos a pensar que empieza a verse la luz de la recuperación y, siguiendo esta lógica, lo único que hace el mercado de acciones es adelantarse a esos positivos acontecimientos.

Saber el momento de la crisis, conocer cuál será su recorrido es clave en las apuestas de cualquier inversor. Sin embargo, pese a ese rebote de los índices bursátiles que puede llevar a una confusa sensación de fin de las malas noticias, la situación parece bastante preocupante y lejos de encontrarnos en el último trayecto de la crisis, a mi entender este tren sólo acaba de arrancar.

Un dato desconcertante es el de la evolución del Euribor. Con los tipos del BCE en el 3,75% y un panorama de desaceleración en Europa lo lógico sería esperar que el tipo al que los bancos se prestan el dinero a plazo de un año se acercase más al 4% que al 5% como ocurre en la actualidad. Esta tensión alcista en el índice del mercado interbancario da cuenta de la gravedad de la situación y de que las medicinas aplicadas al enfermo no surten el efecto deseado. Es más, falta todavía un diagnóstico exacto. Los interiores de la política monetaria están hechos trizas y cualquier remedio sirve sólo para aliviar pasajeramente los síntomas que vuelven a manifestarse con virulencia inesperada.

A un Euribor que dice que nada o casi nada se ha arreglado en la confianza entre entidades financieras, hay que apuntar otras novedades también alarmantes. En las últimas semanas pero muy especialmente en ésta han comenzado las suspensiones de pagos de la inmobiliarias junto con las renegociaciones de gigantescas deudas. Las consecuencias de estas noticias son fácilmente deducibles en empleo, consumo y actividad económica, mientras ahora muchos agentes piden mejoras en la fiscalidad para la compra de la primera vivienda e, incluso, extenderla a la segunda residencia.

Pero detrás de estas suspensiones y las que quedan por venir están los bancos haciendo números a ver si pueden rebajar intereses o principal de préstamos. Estamos, pues, en el origen de un proceso que puede acarrear mermas importantes para los bancos que verían disminuídos sus beneficios finales. Una situación, junto a la creciente morosidad, que está endureciendo de forma importante la concesión de créditos a empresas y particulares. Deducir lo que esto supone es bastante sencillo, y sería redundar en aspectos que ya se han abordado muchas veces en estas páginas.

Después de la crisis, entonces sólo etérea, hipotética y especialmente novedosa de la pérdida de confianza entre los bancos, ahora estamos asistiendo sólo a las primeras consecuencias. Se equivocan, pues, quienes piensen que el proceso ya está cerrado y confunda los primeros con los últimos coletazos de una desaceleración.

Esta Bolsa tantas veces personificada se equivoca como lo ha hecho otras tantas veces. Y se equivoca porque no tiene la competencia de ningún otro mercado. Se ha quedado más sóla que la una en su capacidad de dar liquidez a los inversores. Por eso, moderación en el optimismo y esperar a ver lo que pasa. Si los expertos apuntan a que en 2009 habrá una desaceleración mayor que la de este año, parece absurdo aventurarse a asumir ahora riesgos que tal vez sí tengan sentido a mediados del próximo año cuando ese esperado fin de la crisis esté realmente cerca.

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