miércoles, 12 de marzo de 2008

Economía y bancos, atrapados en círculo vicioso en EEUU / James Saft

¿Habría que preocuparse más por el resurgimiento de los problemas del sector financiero, o porque Estados Unidos, según parece, ya está en recesión? Lamentablemente, no se puede elegir.

Los bancos, ávidos de capital, están cancelando sus deudas, convirtiendo a sus clientes, sobre todo los fondos de cobertura, en vendedores forzados, mientras amplios segmentos del mercado financiero quedan atrapados en un círculo vicioso de demandas de cobertura suplementaria, olas de ventas y nuevas caídas de precios.

La Reserva Federal estadounidense ha tratado de romper ese ciclo ofreciendo otros 200.000 millones de dólares (unos 130.250 millones de euros) a los bancos, con términos más flexibles y por más tiempo, pero ha bajado la confianza en su capacidad para lograrlo.

En tanto, en el mundo real, los consumidores y gerentes de empresas han recibido el mensaje y están despidiéndose mutuamente como proveedores de bienes y servicios y empleados asalariados, respectivamente.

Los datos de las nóminas estadounidenses de la semana pasada fueron malos, y los números del consumo no son muy alentadores.

"Los esfuerzos de la Fed para aislar los efectos del racionamiento financiero de la economía real claramente han fracasado", dijo Lena Komileva, economista de la firma de correduría Tullett Prebon en Londres.

"Ahora estamos viendo la materialización de esta nueva relación entre las finanzas y la economía real, donde ambas están en crisis".

Esencialmente, está ocurriendo la retroalimentación negativa que tanto teme la Reserva Federal, donde los bancos y la economía se empujan entre sí cuesta abajo.

Las nóminas estadounidenses de febrero cayeron en 63.000 empleos bajando por segundo mes consecutivo en la mayor contracción en casi cinco años. Al mismo tiempo, los bancos se han tornado incluso más reacios a asumir riesgos con sus capitales.

Las entidades financieras están pidiendo a los deudores que ofrezcan más colateral contra los créditos, incluso cuando esos préstamos se usan para financiar inversiones en instrumentos supuestamente seguros como bonos del Tesoro estadounidense o títulos hipotecarios respaldados por Fannie Mae o Freddie Mac.

Esto está forzando a algunos a vender, bajando todavía más los precios, un proceso que genera riesgos de quiebras de deudores apalancados. También, ciertamente implicará mayores tasas de financiación para los propietarios de casas, que ya han recibido un duro golpe.

Si bien es imposible saber lo profunda que será la recesión, es razonable prever que los inversores, después de haber visto la fuerza de la tendencia a la baja, tratarán de adelantarse, apostando a una mayor erosión de los precios de las casas, de las hipotecas y la deuda de las tarjetas de crédito, y en el valor de los mismos bancos.

Este es un conjunto de circunstancias muy difícil para los bancos centrales, y ciertamente hay razones para creer que sus acciones están teniendo menos impacto a medida que se afianza la crisis.

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