domingo, 20 de abril de 2008

Proponen "revolución verde" para combatir el hambre

KANSAS CITY.- En medio de una grave escasez de alimentos, importantes agrupaciones abocadas a la lucha contra el hambre plantean una "revolución verde" para ayudar a que las naciones pobres del mundo desarrollen su agricultura y no dependan tanto de donaciones provenientes del exterior.

Josette Sheeran, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos, declaró esta semana ante más de 700 participantes de la Conferencia Internacional sobre Asistencia Alimenticia que ha llegado la hora de que los gobiernos auxilien a los agricultores.

La mitad de los campesinos africanos no pueden alimentar a sus propias familias, indicó. En Laos, las plantaciones han disminuido en un tercio porque los campesinos no consiguen préstamos para comprar semillas y fertilizantes. Al mismo tiempo, desconfían de los mercados de materias primas. En muchos países, los agricultores no tienen acceso a mercados porque no hay carreteras buenas, señaló.

El alza en los precios de los combustibles y los alimentos ha diezmado los presupuestos de las organizaciones humanitarias que distribuyen alimentos. Los costos del Programa Mundial de Alimentos, la agrupación más grande del mundo dedicada a distribuir alimentos en las naciones pobres, subieron un 55% desde junio, dijo Sheeran. Esto quiere decir que la mayoría de los países reciben un 40% menos alimentos y que más de 100 millones de personas enfrentan "fuertes tensiones" por el aumento en los precios de los alimentos.

Las organizaciones benéficas que tratan de satisfacer las necesidades inmediatas y combatir la escasez de alimentos que derivó en disturbios en Haití y otros países, apoyan propuestas de comprar más alimentos a los agricultores de los países en desarrollo, lo que reduciría significativamente los costos de transporte y apuntalaría las economías de esas naciones.

Una posibilidad es que los organismos humanitarios ayuden a que los campesinos pobres produzcan cosechas más grandes y les adquieran luego sus productos, garantizándoles un mercado.

Muchas de estas iniciativas no caen bien en los Estados Unidos, donde las agencias humanitarias compran más de la mitad de los alimentos que reparten en todo el mundo. Estados Unidos, por otra parte, es responsable de la mitad de la ayuda alimentaria que reciben los países pobres.

Rebecca Bratter, directora de políticas comerciales de la Asociación de Productores de Maíz de los Estados Unidos, dijo que los agricultores estadounidenses no ven con simpatía la idea de que las agencias humanitarias compren alimentos en otros países. Dijo que el 6% de la producción de maíz es destinada habitualmente a programas de ayuda.

Sin embargo, Gaddi Vasquez, embajador de Estados Unidos ante las agencias de las Naciones Unidas en Roma, dijo que las hambrunas han reflejado la necesidad de una mayor inversión en la agricultura. Exhortó al gobierno de George W. Bush a destinar el 25% de los fondos asignados a ayuda alimentaria a alimentos adquiridos en otros países. Indicó que programas innovadores de compra de productos de otros países ayudarán a los pequeños agricultores de esas naciones.

"El objetivo es ayudar a que los países donde la gente pasa hambre puedan alimentar a sus propios habitantes", manifestó.

Bush dijo el lunes que retirará unos 200 millones de dólares de un fondo humanitario para hacer frente al impacto que el alza de los precios tuvo en las agencias de asistencia alimenticia.

El año pasado, Estados Unidos distribuyó 2,5 toneladas de ayuda alimenticia, valuada en 2.000 millones de dólares. Debido al alza de los precios, en la actualidad se distribuye un 16% menos alimentos que en el 2006.

"Gastamos más y repartimos menos" alimentos, dijo Keenum.

En algunos países, como Sudán, la gente que recibe ayuda alimentaria está construyendo carreteras para que los campesinos de regiones aisladas pueden hacer llegar sus cosechas al mercado. En Senegal, el Programa Mundial de Alimentos le enseñó a las mujeres cómo agregarle yodo a la sal producida en el país.

"Se puede derrotar el hambre. No hacen falta grandes adelantos científicos. Sabemos cómo hacerlo", dijo Sheeran.

En Africa, un aumento del 10% en los precios de los alimentos representa un incremento del 2,3% en la pobreza, según Cris Muyunda, coordinador regional del Programa de Desarrollo Agrícola Comprensivo de Africa en el Mercado Común del Sur y el Este de Africa.

Pero destacó que esos precios altos pueden representar una oportunidad de crecimiento para las economías del área, ya que el 32% del producto nacional bruto de la región es agrícola.

Muyunda dijo que Malaui era un ejemplo de cómo combatir el hambre. En el período del 2004-2005, Malaui enfrentaba un serio déficit de alimentos e hizo un llamado de ayuda internacional. Al año siguiente, tenía un excedente de alimentos de 400.000 toneladas métricas. En la actualidad su excedente es de 1.200.000 toneladas.

Atribuyó el éxito a un programa de subsidios de fertilizantes y a la intervención del gobierno para promover programas innovadores, como la creación de un mercado de materias primas.

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