miércoles, 30 de abril de 2008

Se mantiene monto de remesas de latinoamericanos en EE UU

WASHINGTON.- La mitad de los latinoamericanos que viven en Estados Unidos envía dinero de manera regular a sus familiares en sus países de origen, y si bien los remitentes son bastante menos que en el 2006, el monto total de dinero se mantuvo casi sin cambios, de acuerdo con una encuesta difundida el miércoles por el Banco Interamericano de Desarrollo.

Así, el crecimiento de las remesas a Latinoamérica se desaceleró y sólo registró un incremento del 1% desde agosto del 2006. El BID estima que la cantidad de personas que envían dinero a sus países podría descender un 25% en el 2008, "impactando negativamente el estándar de vida de millones de familias en la región".

El 50% de las personas que respondió la encuesta del 2008 dijo que enviaba dinero de manera regular a sus familias en Latinoamérica, mientras que en el 2006 lo hacía el 73%, indicó la Encuesta de Inmigrantes Latinoamericanos en Estados Unidos del 2008.

Para este año, se estima que el monto total de dinero enviado a Latinoamérica ascienda a 45.900 millones de dólares, 500 millones más que los 45.400 millones del 2006 y casi el mismo monto que en el 2007, de acuerdo con el BID. Esto muestra que a pesar de que el porcentaje de inmigrantes que transfiere dinero regularmente a sus países ha caído, quienes siguen mandando remesas, envían sumas más grandes y con mayor frecuencia, según la encuesta.

Donald Terry, gerente general del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del BID, manifestó que las remesas desde Estados Unidos a América Latina habían estado creciendo gradualmente desde el 2000 porque más inmigrantes enviaban más dinero y con mayor frecuencia. Pero destacó que en los últimos meses "ese patrón cambió dramáticamente".

Al parecer existen dos razones que explican los cambios en el flujo de las remesas: el efecto de la desaceleración económica de Estados Unidos en sectores que emplean a una gran proporción de los inmigrantes latinoamericanos, como el de los servicios y la construcción; y un clima más hostil hacia los inmigrantes en los últimos dos años, de acuerdo con un informe del FOMIN sobre la encuesta.

A menos que se revierta la disminución en la cantidad de personas que mandan dinero a su país, advirtió el informe, "al menos dos millones de familias latinoamericanas, principalmente en México, caerán debajo de la línea de pobreza, y más emigrantes saldrán de sus países".

"Esta encuesta muestra claramente que millones de inmigrantes latinoamericanos ahora tienen temor sobre su futuro en los Estados Unidos y sienten que ya no pueden mandarle dinero a sus familias", declaró el encuestador Sergio Bendixen en una conferencia de prensa realizada para presentar el sondeo.

Entre los países y regiones que se beneficiaron con el dinero enviado por sus ciudadanos desde Estados Unidos, México recibió 24.700 millones de dólares, Centroamérica 10.700 millones, Sudamérica 8.300 millones y República Dominicana 2.200 millones.

La encuesta del Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN) del BID fue realizada entre 5.000 inmigrantes latinoamericanos adultos entre el 9 y el 23 de febrero de este año en los 50 estados del país y la capital. Su margen de error es de 1,4 puntos porcentuales. Cuba, Haití y los países del Caribe de habla inglesa no fueron incluidos.

En promedio, los inmigrantes envían unos 325 dólares a sus familiares unas 15 veces al año, es decir más de una vez al mes. Una minoría del 7% llega a mandar 500 dólares o más por vez, mientras que la mitad envía entre 200 dólares o menos, señaló el sondeo.

Uno de los efectos de la crisis económica que afecta a Estados Unidos ha sido la dificultad de los inmigrantes latinoamericanos en conseguir un trabajo.

Para la gran mayoría, el 81%, ahora es más difícil obtener un trabajo bien pago que hace un año, mientras que para el 9% es más fácil. El restante 10% no respondió. Además, el 40% dijo que está ganando menos dinero que el año pasado.

Por otra parte, el 68% de los entrevistados dijo que la discriminación representa un problema importante, un fuerte contraste con lo que mostró la encuesta del 2001. En ese momento, sólo el 37% consideró que la discriminación era una dificultad grave, y el 46% respondió que no la consideraba un problema (ahora sólo el 19%).

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