miércoles, 9 de abril de 2008

El alza del precio del arroz y otros alimentos presiona a líderes asiáticos

SINGAPUR.- El alza de los precios de los productos alimenticios, en particular del arroz, puede costar políticamente caro a los dirigentes asiáticos, confrontados a una ola de huelgas y protestas sociales, estiman analistas.

Los líderes políticos de Asia están en guardia, preocupados por el potencial que existe para disturbios sociales, mientras las poblaciones del continente luchan por enfrentar los mayores precios de los productos básicos, particularmente el arroz. "Habrá disturbios y será peor en los países más pobres que en países ricos como Malasia y Singapur", anticipó Ooi Kee Beng, del Instituto de Estudios del Sudeste Asiático en Singapur.

Filipinas y Bangladesh, diezmado por la pobreza, han sido particularmente golpeados por los mayores precios de los alimentos. "Los crecientes precios de los alimentos se han convertido en una amenaza seria para la supervivencia del actual gobierno", dijo el politólogo bangladesí Ataur Rahman. "Puede haber un serio descontento, violencia y motines a raíz de la disparada de los precios de la comida", dijo Rahman. Se estima que los bangladesíes e indonesios pobres gastan cerca del 70% o más de sus ingresos en comida.

En Filipinas, uno de los mayores importadores de arroz del mundo, el gobierno desplegó tropas la semana pasada para entregar granos en áreas pobres de la capital, Manila, en medio de preocupaciones por una escasez de alimentos. También ordenó a la policía el arresto de quienes acumulen arroz.

Los analistas señalan que la miseria económica en Birmania, uno de los países más pobres del mundo gobernado por una dictadura militar desde hace más de cuatro décadas, fue una de las fuerzas subyacentes de las protestas que reunieron a unas 100.000 personas en las calles del país el año pasado. Los disturbios -que comenzaron a pequeña escala en agosto después de que la junta en el poder decretara un alza del 50% del precio de la gasolina- se convirtieron en el mayor desafío al régimen en casi 20 años, hasta que la junta los aplastó con una represión que dejó varios muertos a fines de septiembre.

Los expertos aseguran que los elevados precios del petróleo se encuentran entre los culpables de la inflación de los alimentos en Asia, ya que significan una carga adicional para los pobres de la región, que por ejemplo deben pagar un boleto de bus más elevado.

En Indonesia, un combustible más caro significa un aumento en el precio del queroseno que los pobres utilizan para cocinar. El ex dictador indonesio Suharto se vio obligado a renunciar hace una década tras disturbios masivos después de decretar el alza de los precios del combustible durante una grave crisis económica.

El actual presidente, Susilo Bambang Yudhoyono, que enfrenta una elección el año próximo, ha renunciado a mayores recortes de los subsidios de combustible, pero los analistas dicen que la mayoría de los indonesios ya no llegan a fin de mes por la escalada del precio de los productos básicos. El gobierno ha respondido con la distribución de aceite para cocinar subsidiado y con la promesa de entrega de arroz, aunque esta última no alcanzaría para toda la gente necesitada, dijo Hendri Saparini, economista del centro de análisis Tim Indonesia Bangkit.

En China, entre tanto, la inflación causa inquietud porque podría conducir a protestas antigubernamentales, como sucedió antes de las protestas pro-democráticas de 1989 reprimidas por el ejército. El precio de la carne de cerdo, la más consumida en China, ha subido más de un 60% interanual. "Hay mucho resentimiento a raíz del alza de los precios", sostuvo Jean-Pierre Cabestan, de la Hong Kong Baptist University.

En Vietnam, también comunista, donde los precios al consumo han subido más de un 16% internanual en el primer trimestre del año, las huelgas se han tornado más frecuentes. La semana pasada 15.000 trabajadores de una fábrica de zapatos vietnamita hicieron huelga durante dos días "por el aumento de los precios, que ha golpeado duro a la gente", dijo el sindicalista Nguyen Thi Dung.

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