domingo, 13 de abril de 2008

El FMI cambia de religión: de la austeridad a la flexibilidad ante la crisis

WASHINGTON.- Diez años después de la crisis asiática y sus dolorosas curas de austeridad, el Fondo Monetario Internacional revisó a la baja sus previsiones de crecimiento en los países ricos y les dio una receta inversa frente a la recesión: abrir los cofres.

"Los bancos centrales de varias economías avanzadas, y en particular de Estados Unidos, tuvieron razón al flexibilizar su política monetaria", afirmó esta semana el jefe de economistas del Fondo, Simon Johnson. Estas instituciones "podrían tener que continuar lanzando lastre", agregó.

"El plan de reactivación estadounidense parece incluso aportar un apoyo pertinente", subrayó y tal "uso de los márgenes presupuestarios" es recomendado en todas partes donde sea posible, según él.

Sacar de las arcas del Estado para evitar la quiebra de los bancos está autorizado: "el dinero público puede ser utilizado, y ha sido utilizado, con buen criterio", por ejemplo en la compra del banco de inversiones estadounidense Bear Stearns. A los críticos que invocan la responsabilidad moral, él responde que "las operaciones de salvamento perfectas no existen".

Cuando aconsejaba a los países emergentes, tanto de Asia como de América Latina, el FMI tenía un discurso diferente. Bajar el costo del dinero, correr en auxilio de los bancos que habían tomado posiciones especulativas y emprender planes de reactivación presupuestaria, eran entonces una herejía.

El Fondo preconizaba entonces la disciplina fiscal, la eliminación de los subsidios y dejaba al mercado la tarea de separar por sí solo la paja del trigo.

"Fue el caso de Joseph Stiglitz", ex jefe de economistas del Banco Mundial, marginado ruidosamente luego de haber enfrentado la intransigencia de las instituciones de Bretton Woods, recuerda Nancy Birdsall, presidenta del Center for Global Development (CGD), una organización crítica de ambas instituciones.

El Nobel de economía dudaba en particular de que "aumentar las tasas de interés pudiera incrementar la confianza en una divisa", principalmente en países como Corea del Sur, señala Birdsall.

"No hacemos todo lo contrario, no hay que exagerar", se defiende hoy el nuevo director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Kahn.

"Decimos simplemente: debemos tratar las cuestiones que se presentan, resolviendo el problema, pero poniendo atención en los daños colaterales", explicaba la semana pasada en una entrevista.

Además "la crisis que enfrentamos hoy no es una crisis de cambio en el sentido tradicional del término", subrayó.

El contexto es diferente, concuerda Domenico Lombardi, presidente del instituto de política económica de la universidad de Oxford. "Esta crisis no se origina en factores macroeconómicos del país sino en sus instituciones financieras".

Dicho de otra manera, dado que no se cuestionan los fundamentos, una cura de austeridad sería ineficaz. Son los mercados los que deben consolidarse, para evitar que afecten a la economía real.

"En Asia, bajar las tasas de interés habría simplemente acelerado la caída de las monedas, que ya habían perdido el 25% de su valor en algunos meses", agrega Edwin Truman, experto del Peterson Institute.

"En consecuencia, es cierto que las crisis no son ya las mismas y que el Fondo ha cambiado", resumió Strauss-Kahn.

Pero el ex ministro socialista francés no desmiente que su formación keynesiana lo hace más proclive a una política de reactivación que de ajuste.

"El componente personal de quien dirige la institución puede efectivamente tener una influencia también", admitió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario