martes, 8 de abril de 2008

Los estadounidenses temen que los problemas económicos persistan

NUEVA YORK.- Un panorama económico negro, el peor en 35 años, podría estar haciendo que los estadounidenses vivan con lo justo y traten de ahorrar para comprar las cosas que necesitan en efectivo, sin préstamos.

Lynda Nicely vive en un departamento alquilado medio pelado en un suburbio de Milwaukee desde octubre y ahorra dinero para comprar muebles de segunda mano. Cuando suban las temperaturas en el verano, piensa comprar un ventilador, no un aire acondicionado.

"Estoy un poco nerviosa", dijo Nicely, de 28 años, quien vive en West Allis, Wisconsin, y tiene dos trabajos. Indicó que espera ahorrar lo suficiente como para poder salir adelante en caso de que pierda su empleo principal en una firma de relaciones públicas.

Personas de todos los sectores sociales están haciendo sus compras en negocios más baratos, reencontrándose con las librerías, tratando de eliminar las deudas de tarjetas de crédito, comprando menos ropa y gastando menos en vacaciones y comidas afuera. La psicología del consumidor estadounidense ha sufrido un marcado giro a medida que aumentan los temores en torno a su estabilidad laboral, la crisis en el mercado inmobiliario y el aumento de los precios.

Esa inquietud podría agravar los problemas que aquejan a la economía, según Lynn Franco, directora del Conference Board Consumer Research Center.

"Creo que no hemos tocado fondo" en relación con la reducción en los gastos del consumidor, expresó Candace Corlett, de la firma consultora WSL Strategic Retail. "La gente está aprendiendo una nueva conducta: cómo resistir las tentaciones. Hay mucha inseguridad".

Esa inseguridad hace que el consumidor se abstenga de comprar cosas caras, como electrodomésticos, postergue la decoración de la casa y prefiera tiendas baratas como Wal-Mart y negocios de artículos de segunda mano. Evitan a todo costo las tiendas caras y las tiendas por departamentos de los centros comerciales.

Razones para temer no les faltan. Las cifras del gobierno indican que el desempleo y la pérdida de puestos laborales es peor que la anticipada. El aumento de los salarios es modesto y no compensa los incrementos en los precios de alimentos y gasolina, por lo que la gente pierde poder adquisitivo.

El panorama económico del consumidor en los próximos seis meses es el más negativo en 35 años, el peor desde el embargo petrolífero y el escándalo de Watergate, de acuerdo con el Conference Board, una agrupación investigadora al servicio del sector empresarial.

La tienda por departamentos J.C. Penny dijo que sus ventas bajaron al menos un 10% en marzo en relación con el mismo mes del año pasado y se especula que esta es una tendencia generalizada.

Muchos analistas pronostican que las ventas aumentarán muy poco a partir de mayo, cuando la gente comience a recibir una devolución de impuestos dispuesta por el gobierno para estimular la economía. Pero cualquier repunte sería solo temporal, ya que se cree que la desaceleración económica se prolongará hasta el próximo año.

Al consumidor le inquieta también la inflación. El Departamento de Energía pronosticó que los precios de la gasolina llegarán a los 3,50 dólares el galón (92 centavos el litro) y muchos analistas afirman que ese estimado es bastante conservador.

Los pagos de créditos también contribuyen a limitar la cantidad de dinero que la gente tiene disponible y hace que se eviten las cosas que no son imprescindibles. La familia promedio destina hoy más dinero al pago de préstamos, un 14% de sus ingresos, que a la comida, en la que gasta un 13%, según un informe de Merrill Lynch.

Esto refleja "la gravedad del problema con el crédito y su impacto en la disponibilidad de dinero", dijo el economista de Merrill Lynch David Rosenberg.

Las últimas estadísticas del Departamento del Trabajo no dieron respiro alguno al consumidor. En marzo desaparecieron 80.000 puestos de trabajo. Fue la pérdida más grande en cinco años y el tercer mes seguido en que desaparecieron empleos. La tasa de desempleo a nivel nacional subió del 4,8% al 5,1%. Y en los últimos 12 meses los sueldos subieron un 3,6%, comparado con el 4% registrado a principios del año pasado.

La seguridad laboral es un elemento clave en la predisposición que pueda tener el consumidor para gastar su dinero. Con tanto pronóstico agorero, la gente toma medidas drásticas.

Nicely, quien no tiene deudas de tarjetas de crédito, está tan alterada por la inseguridad laboral que comenzó a trabajar como mesera en un bar. Compra la menor cantidad de comestibles posible y no tiene la refrigeradora llena de artículos.

Corlett opina que los comerciantes deben convencer a la gente de que "se justifica gastar en sus negocios".

Las tiendas de artículos de segunda mano dicen que sus ventas están aumentando. La gente compra más artículos usados que antes y a su vez es más proclive a vender algunas vestimentas si necesita dinero. Buffalo Exchange, una cadena de tiendas de ropa usada de Tucson, Arizona, reportó un aumento del 17% en sus ventas este año, el más grande en casi dos décadas, según su propieterio, Kerstin Block.

Faith Popcorn, fundador de la firma consultora BrainReserve, opina que las precauciones que está tomando la gente son algo positivo.

"Estamos volviendo a la década de 1950", manifestó Popcorn, quien pronostica que la gente comenzará a cultivar hortalizas en sus jardines y a no desprenderse tan rápido de sus vestimentas.

Angela Durepo, secretaria de un estudio de abogados de Cincinnati, dice que está gastando menos en ropa pues la gasolina y los alimentos se llevan una tajada mayor de su sueldo.

"No voy tanto al cine ni compro CDs. Gasto casi todo en alimentos, productos higiénicos y gasolina, las cosas imprescindibles", expresó.

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