sábado, 24 de mayo de 2008

Cajas a Bolsa / Primo González

La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) se lanza al ruedo de inmediato, al ruedo bursátil. Este jueves, sus órganos de dirección han aprobado la primera emisión de cuotas participativas, que serán colocadas en la Bolsa en la segunda mitad del próximo mes de junio. El importe no será muy elevado, unos 500 millones de euros, la mitad del que se barajaba en un principio, pero constituye un salto importante.

Va a ser la primera vez que una caja de ahorros se somete al veredicto de los mercados, rivalizando con las cotizaciones de los bancos privados. Una experiencia interesante que habrá que seguir de cerca, aunque la presencia de las cajas en los mercados ya ha tenido otros precursores, algo más indirectos, como la cotización de la filial de La Caixa (Criteria) en la Bolsa desde hace unos pocos meses, experiencia que no puede considerarse precisamente un éxito.

Las cajas que están en la actualidad planteando posibles emisiones de cuotas participativas no son muchas, dado el momento bursátil por el que atravesamos, pero sí que hay media docena con los papales más o menos avanzados y listos para su presentación a las autoridades competentes.

La CAM ya cuenta lógicamente con el visto bueno previo del Banco de España y tiene ahora que recibir el placet de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para convertir estos títulos en activos mobiliarios susceptibles de ser adquiridos y negociados por los inversores. La colocación se va a realizar en varios tramos, el más importante de los cuales estará reservado para los inversores minoristas, unos 350 millones de euros.

Las cuotas participativas son títulos a mitad de camino entre la renta fija y la renta variable, aunque tienen más el carácter asimilable a la renta variable sólo que carecen de derechos políticos. Es decir, sus titulares no pueden participar en las asambleas generales de las cajas ni en las elecciones que, como tales, dan derecho a tener representantes entre los compromisarios y mucho menos entre los integrantes del Consejo de Administración.

Los recursos que capte la caja por esta vía son recursos estables, asimilables al capital social, es decir, son recursos propios básicos, que sirven por lo tanto para reforzar la solidez financiera de la institución emisora.

El momento, hablando en términos de mercado, no es el más adecuado para una emisión de estas características, que va a chocar de entrada con el desconocimiento del público inversor al que va destinada la mayor parte de la emisión y, sobre todo, afronta una labor de pedagogía necesaria, ya que los nuevos títulos cotizarán en el mercado y por lo tanto serán susceptibles de ofrecer plusvalías o encajar minusvalías, como las acciones de empresas cotizadas.

Su trayectoria en el mercado va a ser toda una experiencia, que dependerá de la remuneración que perciban los inversores y, en teoría, de la calidad de la gestión de la propia caja, ya que cuanto mejores sean los resultados financieros de la entidad emisora, más atractiva será la emisión de cuotas y, por lo tanto, más susceptible de revalorización serán estos títulos de nueva emisión.

Se ha dicho, quizás con algo de optimismo, que la cotización de las cuotas será una forma de sancionar la calidad de la gestión de las entidades que emitan estos títulos. Se trata, en todo caso, de una aproximación, ya que la remuneración de estas cuotas dependerá de los resultados de la caja en cada ejercicio y su evolución bursátil debería reflejar idealmente la confianza que los ahorradores e inversores tienen en la sociedad que emite los títulos.

Es, no obstante, una aproximación más de las cajas de ahorros a los mercados de capitales y a la capacidad de estos para valorar la calidad de la gestión de las compañías cotizadas. Llegar hasta aquí ha supuesto un arduo camino que las cajas han recorrido bajo la oposición de numerosos agentes económicos y sobre todo políticos.

A estos últimos les resulta mucho más cómodo contar con entidades sometidas únicamente a la obediencia de sus designios, como sucede en algunos casos en la actualidad, en los que las cajas parecen más apéndices del poder político de la autonomía de turbo que entidades libres y eficientes, sometidas básicamente a las reglas del mercado.

Las cajas han desarrollado en todo caso un modelo de gestión que históricamente ha sido un éxito sin paliativos. No hay razones para suponer que este nuevo paso hacia su modernización no va a servirles para mejorar su eficacia empresarial.

www.estrelladigital.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario