martes, 20 de mayo de 2008

Fisco a sangre fría / Claudia Psotta

La economía alemana ha logrado un crecimiento récord en el primer trimestre. En comparación con el último trimestre el PIB creció un 1,5 por ciento: una sorpresa positiva para la mayoría de los expertos. Pero el gobierno ha recibido esta noticia con sensaciones mixtas: el buen desarrollo de la economía alemana respalda el deseo de sus ciudadanos de pagar menos impuestos.

Hasta ahora, en lo que se refiere a la política fiscal, la canciller Angela Merkel (CDU) y el ministro de hacienda Peer Steinbrück (SPD) compartían una posición en común incuestionable con el fin de anular hasta 2011 el alto déficit del estado. Con esta divisa, Merkel y Steinbrück han podido rechazar todas y cada una de las propuestas de bajar los impuestos.

Pero al mismo tiempo el gobierno de coalición no tuvo ningún pudor en aumentar enormemente sus gastos, cuyas buenas acciones y dádivas se acercan a los 25.000 millones de euros al año, sobre todo para el fomento de las familias y las carreras universitarias.

Lo cierto es que el gobierno de coalición también en ningún momento tuvo el vigor de bajar los gastos del estado. Aunque la caída del muro de Berlín tuvo lugar hace casi 20 años y la infraestructura sea de las más modernas de todo el mundo, la parte oriental de Alemania sigue recibiendo anualmente unos subsidios de 100 mil millones de euros.

Los altos gastos del estado alemán benefician a las clases más pobres de su población, pero cargan cada vez más excesivamente a grandes partes de la clase media, que empieza a inquietarse. El año pasado el incremento salarial ha sido de 43.000 millones, pero solamente 17.000 han llegado a alcanzar la economía doméstica. Lo que más indigna a la sociedad alemana es la denominada kalte Progression (progresión en frío): si la inflación sube, las recaudaciones fiscales también lo hacen automáticamente.

Por ejemplo a través del IVA, que ha sido aumentado por el gobierno de coalición al inicio de su mandato del 16 al 19 por ciento: esta ha sido la mayor subida fiscal en toda la historia alemana. Y si los salarios suben, igualmente lo hacen las recaudaciones fiscales de manera desproporcional, debido a la progresión.

Quizás Merkel y Steinbrück no puedan mantener su rumbo. La bávara unión cristiano-socialdemócrata (CSU), quién también pertenece a la coalición, acaba de exigir sustanciosas bajadas fiscales para desgravar los ingresos medianos.

El SPD aún sigue titubeando, pero en la CDU la disputa acaba de trabarse: el 80 por ciento de los diputados de los cristianodemócratas han pedido a Merkel por escrito que siga al CSU. La línea de Merkel de posponer todo hasta las elecciones del 2009 está en peligro, y en beneficio de la mayoría de los alemanes.

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