domingo, 25 de mayo de 2008

Las hidroeléctricas son caras pero sirven a los pobres de Latinoamérica

FOZ DE IGUAÇU.- Las fábricas hidroeléctricas son caras pero necesarias para atender las urgencias de los pobres y las demandas del desarrollo, dijeron expertos reunidos esta semana en la ciudad brasileña de Foz de Iguaçú, fronteriza con Paraguay y Argentina.

Grandes como para abastecer a más de un país, o pequeñas pero suficientes para mejorar la vida a familias perdidas en selvas o montañas, las hidroeléctricas deben ser estimuladas, opinaron académicos y funcionarios de unos 30 países que durante dos días discutieron sobre fuentes de energía renovables a escasos kilómetros de la colosal represa brasileño-paraguaya de Itaipú.

La histórica escalada de los precios del petróleo tornó más dramática la carrera hacia fuentes de energía alternativas, ya impulsada por las demandas de detener la polución del planeta.

América Latina tiene abundancia hídrica pero utiliza apenas un 21% de los 660.000 megavatios potenciales de sus cuencas, según un reporte presentado por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).

África, por su parte, cuenta con un 12% de los recursos hídricos mundiales y aprovecha menos del 10% del potencial, advirtió Tong Jiandong, director de un centro internacional de estudios con sede en China.

Brasil es rico en ríos y el 78% de su electricidad es de esa fuente, pero la demanda es enorme y creciente, por lo que enfrentará hasta el año 2012 el riesgo de déficit energético, advierten analistas.

Actualmente proyecta dos represas con capacidad de 3.000 megawatios cada una y estimula la instalación de pequeñas hidroeléctricas de hasta 30 megawatios para las zonas amazónicas.

"La electricidad se paga sola", dijo en el foro Jorge Miguel Samek, director brasileño de la represa binacional de Itaipú, una de las más grandes del mundo, con capacidad para producir 14.000 megawatios.

Itaipú requirió inversiones por 12.200 millones de dólares y hoy su valor de mercado es de 60.000 millones, dijo Samek. La represa, cuyas primeras turbinas comenzaron a operar en 1984, cubre el 20% de la demanda brasileña y prácticamente toda la paraguaya.

Brasil puede dar esos pasos, pero eso es utópico en África. "Ningún país africano es capaz de producir grandes proyectos", dijo Firmino Mucavele, presidente de la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (Nepad).

"Por eso abrazamos la idea de construir pequeñas represas. Con el aumento del petróleo las condiciones de África empeorarán", dijo.

Las pequeñas represas son construidas para atender demandas de clientes o poblaciones específicas. No requieren grandes caídas de agua ni enfurecen tanto a los ecologistas como ocurre con las grandes hidroeléctricas.

La Olade puso como ejemplo una pequeña fábrica para una comunidad indígena perdida en los Andes bolivianos, con un costo de inversión de 2.700 dólares por kilowatio a generar.

"La inversión es alta y el problema es el riesgo financiero. Es fundamental que la comunidad se involucre. Ellos mismos venderán la energía", dijo Mentor Poveda, experto del área eléctrica de Olade.

Por su parte, India proyecta hidroeléctricas de gran porte, pero también fomenta las pequeñas, afirmó Arun Kumar, director de un centro de estudios energéticos de ese país.

India aprovecha no solo ríos sino también represas de agua potable y hasta canales de irrigación y en los últimos 5 años ha puesto en marcha más de 200 represas de hasta 25 megawatios para grandes consumidores o poblaciones remotas.

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