viernes, 9 de mayo de 2008

Mentiras aceptadas sobre el ahorro / Luis Aparicio

En esto del mundo del ahorro hay una serie de mentiras generalmente aceptadas, entre las que destaca que hay que invertir a largo plazo porque se logran –ya promediadas– excelentes rentabilidades que permiten no perder poder adquisitivo al dinero.

Pero esto no es cierto. Los desmienten recientes datos de los fondos de inversión en España que en los últimos 10 años han dado de media una rentabilidad total del 14%, es decir, del 1,4% al año.

No es un período elegido con especial maldad. Los mercados han vivido en estos dos lustros rachas buenas y malas, subidas y caídas de tipos, euforias y batacazos bursátiles. Sumando unas y otras, con una gestión supuestamente profesional, los inversores y ahorradores se han llevado a casa el 1,4% cada año, porcentaje que no da ni para pipas.

La inversión financiera sigue siendo un fiasco y no sirve siquiera en medios, largos y larguísimos plazos para cumplir unos objetivos de revalorización discretos. Este tema es preocupante cuando se plantea ese ahorro para la jubilación con ausencia de intrumentos que desde el punto de vista de la rentabilidad puedan resultar atractivos.

Ahí están las estadísticas también de los planes de pensiones que apuntan a rentabilidades muy pequeñas. El Fondo de Reserva de la Seguridad Social cuenta con 55.000 millones de euros y esta misma semana reafirmaba su voluntad de colocar el 10% en la Bolsa. Habrá que seguir muy de cerca las ganancias anuales que consigue este fondo público.

Es un tema realmente complicado y preocupante. Existe una gran dificultad de rentabilizar correctamente el ahorro, máxime en España donde los precios suben más que en el resto de Europa, aunque en los tipos haya lógicamente el café para todos.

Sin voluntad de nostalgia y dando gracias a los bajos tipos que a los hipotecados ha traído el euro, la peseta se ajustaba más a la inflación española, como el marco lo hacía a la alemana, etcétera. En esto hemos perdido: tenemos tipos de país con menor inflación a la que realmente soportamos.

Pero es obligado aportar soluciones. El sector inmobiliario ha sido tradicionalmente una de ellas. Pese a que un análisis fino le descarta como una bicoca, sí que ha cumplido bien esa capacidad de incorporar en su precio la inflación de la economía en periodos de tiempo largos.

Además, su rentabilidad por la vía del alquiler también refuerza su atractivo, pese a los ingentes problemas judiciales, favorecedores del inquilino moroso. En general, ha sido muy usado por las clases medias y altas y lo seguirán siendo ante un panorama financiero que sigue sin dar respuestas.

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