lunes, 12 de mayo de 2008

¿Solo ante el peligro? / Luis de Velasco


El vicepresidente Solbes ha agitado las aguas políticas y económicas con unas recientes declaraciones en las que ha afirmado que “no se debe impedir artificialmente el necesario ajuste en la construcción (residencial). El sector ha acumulado excesos en los años anteriores que deben ser corregidos”.

Destaquemos primero el reconocimiento de la necesidad de un ajuste que busque el necesario equilibrio entre oferta y demanda, roto tras años de lo que Solbes, caritativamente, llama “acumulación de excesos”. Ha habido, a lo largo de estos últimos años, una clara exuberancia irracional en este sector basada en factores varios que van desde liquidez abundante con tipos de interés reales bajísimos o incluso negativos, desahorro y endeudamiento de las familias, mala gestión de riesgos por las entidades financieras, abundancia de mano de obra barata y precaria en el sector de la construcción y, siempre, mucha, mucha especulación, abundante corrupción y fortunas increíbles en promotores que han llegado al “ranking” anual de Fortune. Aquí parecía que los ciclos económicos eran cosa del pasado y que entrábamos en una era de abundancia para todos, lo que se denomina una win-win situation, una situación en la que todos ganan. Ahora el castillo se ha derrumbado y lo que dice Solbes, acertadamente, es que hay que dejar que el mercado actúe y purgue “esos excesos”. Si actúa el mercado, lo hará a través de una muy importante bajada de precios. ¿Es que no creemos en el mercado?

La respuesta de los promotores e inmobiliarios ha sido la esperable: rechazar que no se adopten medidas para “salvar al sector” amenazando con un aumento del paro, algo que efectivamente es real y que está trayendo los resultados de siempre, los conocidos en toda crisis: el daño a los más débiles. Tratar de aminorar esto debe ser la prioridad máxima del Gobierno. El sector inmobiliario quiere alcanzar la envidiada categoría, normalmente reservada para el sector financiero, de too big to fail, demasiado grande para caer. Su más caracterizado representante, el G-14, lobby de los grandes del sector, pide medidas similares a las adoptadas hace poco por el Banco de Inglaterra. Concretamente, la posibilidad de dinero público para auxiliar a las entidades financieras y, en segunda derivada, a ese sector, algo que ya se ha iniciado, de manera limitada, vía Instituto de Crédito Oficial.

La gran incógnita es si prevalecerá el planteamiento de un Solbes que aparece, ya que vamos de títulos de películas, sólo “frente al imperio del mal”. Hay razones para dudarlo. Las presiones que tendrá serán muy fuertes e incluirán desde el curioso Ministerio de la Vivienda (convertido desde los tiempos de Chacón, cuando se inicia la actual crisis, en portavoz del G-14) hasta las patronales y mentes bienpensantes de todo tipo, pasando, muy importante, por los gobiernos de las comunidades autónomas con importantes competencias y siempre dispuestos a enmendar la plana al Gobierno de la nación. La fértil imaginación arbitrista de esos gobiernos es muy superior a la del central y su nivel de responsabilidad, mucho menor. Siempre le queda además a ese Gobierno central la posibilidad de aplicar medidas de apoyo al sector discretas vía órdenes ministeriales o acuerdos de menor rango, algo ya utilizado.

¿Es mucho pedir que se deje que actúe, por lo menos, en parte al mercado y que no paguen esta vez justos por pecadores?

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