martes, 6 de mayo de 2008

Tras una década operando, el euro demuestra su valor

LONDRES.- La economía de la zona euro está comenzando a sentir la crisis global de crédito generada hace nueve meses en Estados Unidos, y si bien un euro en alza afectaría las exportaciones, los miembros del banco central y los líderes empresariales pueden agradecer la unión monetaria.

Diez años después de que los líderes europeos acordaran lanzar el euro en 11 países miembros, la moneda única está cerca de máximos históricos frente al dólar y crece como una divisa referencial de reserva en las arcas de los bancos centrales del mundo.

Sin embargo, mientras los economistas siguen debatiendo si el ambicioso proyecto monetario ha sido o no un éxito, uno de los principales beneficios del euro probablemente se ha materializado durante los últimos nueve meses.

La baja más evidente de las recientes turbulencias financieras generadas por el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos ha sido el dólar. La divisa ha caído a mínimos históricos frente a otras monedas del mundo, mientras que las tasas de interés estadounidenses se han ido reduciendo.

El subsiguiente alza del euro a máximos récord cercanos a los 1,60 dólares, un aumento de más del 10 por ciento desde el año pasado, ha ocasionado una serie de protestas de parte de políticos y líderes empresariales a lo largo de la zona euro a causa del daño generado a la competitividad de las exportaciones.

Pero aunque el alza reducirá el crecimiento regional, basta recordar la más reciente gran crisis del dólar para obtener una idea del aislamiento que la moneda única ha otorgado a las empresas y ciudadanos de Europa.

En 1991, cuando Estados Unidos entraba en recesión luego de que su sistema bancario fuese afectado por una crisis en el mercado de bienes raíces tras el colapso de muchas empresas de ahorro y préstamo, la Reserva Federal estadounidense redujo los tipos para apuntalar la economía, haciendo que el dólar se desplomara.

En ese momento, la caída del otro lado del Atlántico fue dramática. El dólar bajo alteró los mercados financieros de Europa y el Mecanismo Europeo de Tipo de Cambio (ERM por su sigla en inglés) que precedía al euro entró en colapso.

La caída del dólar generó una vorágine monetaria en Europa y un nivel de volatilidad cambiaria y de tasas de interés que precisó un fuerte impuesto sobre la planificación e inversión empresarial internacional.

Dado que más de la mitad de las exportaciones de la zona euro son hacia otros países de la UE, la ausencia de ese tipo de problemas en este momento ha sido significativa.

"La incertidumbre acerca de las monedas es una gran duda sobre las ganancias futuras y una vez que las compañías consideren esa incertidumbre, reaccionarán rápidamente, y esa reacción primero reducirá los gastos de capital y luego los empleos", dijo Chaney de Morgan Stanley.

En dicho contexto, no es difícil ver cómo los últimos nueve meses podrían haber resultado en términos de especulación financiera.

A medida que los inflados mercados inmobiliarios caían en todo el mundo y el británico Northern Rock sufrió un pánico bancario, la libra esterlina perdió más de un 10 por ciento contra una cesta de monedas entre noviembre del año pasado y marzo del 2008, y marcó un mínimo histórico frente al euro.

¿Qué le habría ocurrido a las monedas de otras economías expuestas a la crisis inmobiliaria como España e Irlanda si no hubiese habido unidad monetaria? ¿Habrían permitido la depreciación, o la habría resistido con alzas en las tasas de interés?

Las preguntas hipotéticas nunca tendrán respuestas firmes, pero los precedentes sugieren que se han evitado varios problemas.

Dicho eso, también están aquellos que dicen que si bien el euro puede haber sido un escudo contra la volatilidad financiera a corto plazo, y es superior a la estructura del ERM, un sistema cambiario libre habría permitido que los distintos impactos regionales fueran absorbidos de maneras distintas.

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