martes, 3 de junio de 2008

Agricultores argentinos prolongan el cese de venta de granos para exportación

BUENOS AIRES.- Agricultores en rebelión fiscal anunciaron que extenderán otra semana la huelga en el comercio interno de granos para la exportación, en una escalada del conflicto de casi 90 días que sostienen con el gobierno de Argentina, fuerte proveedor mundial de alimentos.

Los dirigentes de las cuatro entidades agrarias más poderosas resolvieron, en cambio, normalizar la comercialización de carne bovina, un producto muy apreciado en la mesa de los argentinos, que consumen un promedio anual de más de 70 kilogramos per cápita.

En un documento al término de una reunión de cinco horas de los líderes de la protesta, el movimiento agropecuario repudió también la represión a los agricultores, en referencia a la detención temporaria de ocho de ellos en una carretera, acusados de entorpecer el tránsito.

"Vamos a profundizar la movilización hasta el lunes próximo. Y recolectar un millón de firmas para que la política agropecuaria tome estado parlamentario", dijo Eduardo Buzzi, uno de los líderes, en rueda de prensa en Rosario, un poderoso polo agroindustrial y exportador a 300 Km al norte de Buenos Aires.

El eje de la disputa entre el agro y el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner son las alzas impuestas a las exportaciones de soja, fuente de riqueza de la nación sudamericana, que es la mayor exportadora mundial de aceites y harinas de la leguminosa.

Al recrudecerse la confrontación por los impuestos a la soja y otros granos, como el maíz y el trigo, la influyente Iglesia católica argentina difundió un llamamiento a una conciliación por considerar que está en riesgo la paz social.

Miles de agricultores se habían movilizado más temprano por ciudades de la región central, la más rica productora de alimentos, contra el impuesto a las millonarias exportaciones de soja. Una multitud se concentró en la pequeña ciudad de Armstrong, en la provincia de Santa Fe (centro-este), otro fuerte polo agroindustrial, donde se reclamó mantener firme las medidas de fuerza, que se iniciaron en marzo último y se repiten con intermitencia.

Comerciantes e industriales de ciudades y pueblos se sumaron al movimiento con cierres temporarios de sus empresas afectadas por la semiparalización de la actividad agroindustrial, como la caída del 50% en la venta de maquinarias agrícolas para la próxima cosecha.

En medio del conflicto con el agro, la presidenta Kirchner viajó a Roma, donde el lunes firmó un acuerdo de cooperación alimentaria con la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas, antes de asistir a la Cumbre sobre seguridad alimentaria.

Acopiados en silos y puertos, sin vender, hay unos 30 millones de toneladas de soja, 12 millones de toneladas de maíz y 2,5 millones de girasol, señaló Ricardo Baccarin, un analista del mercado de cereales.

Con el conflicto en un callejón sin salida, los líderes del campo rechazaron la semana pasada medidas oficiales para aliviar el peso de los impuestos a unos 65.000 de los 71.000 productores de soja.

La actual cosecha de soja está cotizada en 24.000 millones de dólares, de los cuales el gobierno pretende cobrar unos 11.000 millones en impuestos.

Las exportaciones de cereales están concentradas en manos de seis gigantes, cinco de ellos multinacionales, que han sufrido inconvenientes con las operaciones de comercio exterior, pero durante la huelga lograron seguir embarcando en los puertos, según fuentes empresariales.

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