miércoles, 4 de junio de 2008

Esto va fatal / Lorenzo Bernaldo de Quirós

La economía española empeora a marchas forzadas. Un día sí y otro también, un aluvión de datos ponen de relieve la pésima situación del país. Si bien era inevitable y previsible la crisis, mucha gente se sorprende de la rapidez e intensidad del deterioro. En un trimestre se han destruido más de trescientos mil puestos de trabajo, la inflación crece sin parar, las bancarrotas de las pymes se disparan, las exportaciones registran un crecimiento negativo, la venta de viviendas se desploma, las ventas al por menor están en caída libre...

Los ejemplos podrían multiplicarse. No hay una sola noticia buena y, según el CIS, los ciudadanos y las empresas piensan que las cosas irán peor a lo largo de los próximos meses. En tiempo record, el milagro económico español se ha esfumado.

A pesar de todo, el Presidente del Gobierno afirma que estamos mejor preparados que nunca para combatir la "desaceleración". Esto es una broma no exenta de ironía. Sin política monetaria propia, España no tiene instrumentos para combatir la inflación y carece de política cambiaria para que la depreciación de la moneda permitiese restaurar la competitividad, esto es, hacer que nuestros bienes y servicios se abaraten frente a los exteriores lo que permitiría estimular las exportaciones.

Al mismo tiempo, la subida de los tipos de interés, la erosión de las rentas del trabajo, las malas perspectivas del empleo y el endeudamiento de las familias y de las empresas constituyen un freno para el consumo y la inversión. En otras palabras ni la demanda interna ni la externa tiran de la economía.

Zetapé ha anunciado un paquete de medidas para salir de la crisis. Con el manual en la mano sólo hay dos políticas capaces de conseguir ese objetivo.

Por un lado es imprescindible liberalizar los mercados, sobre todo el labora, para que la economía se ajuste con rapidez y se destruya en menor empleo posible y se consigan bajar los precios; por otro es vital que el Estado no gaste más, sino que mantenga contenido el gasto público y pueda reducir los impuestos para que las familias y las empresas tengan más recursos para gastar e invertir, así como para ver aliviada su delicada posición financiera.

¿Hará eso el PSOE? Sólo los dioses lo saben.

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