martes, 17 de junio de 2008

Argentina, crisis de régimen / José Javaloyes

No sólo es la cuarta huelga agropecuaria lo que se le viene encima al matrimonio Kirchner, a causa de gobernar por montoneras; es decir, por vía de saqueos confiscatorios de la óptima coyuntura internacional que le ha sobrevenido al campo argentino, al dispararse globalmente el precio de los alimentos.

Más que el desafío de los agricultores y ganaderos, los grandes, los chicos y los medianos, lo que está en trance de reventar es el régimen justicialista: que es menos el subsistema de fondo dentro de la democracia parlamentaria de esa querida nación, que la gráfica ideológica del desvarío histórico que la mantiene tendida en el diván y abierta de par en par al objeto de que la psicoanalicen de una vez. Para que la liberen de la ingente losa de fantasmas que soporta.

Las caceroladas en Buenos Aires y las principales ciudades del país vienen a tomar el relevo de los cortes de carreteras en la protesta agropecuaria.

Prometen ir a más y amagan con reducir a la insignificancia aquellas del otro lado del Ande, cuando arrancaba la década de los setenta y las clases medias chilenas, hastiadas del desastre en que venía a resultar el Gobierno allendista de la Unidad Popular —que había convertido Chile en banco de ensayo de las fantasías alternativas de Mayo del 68 (cosa recordar cuando al haberse cumplido los 40 años de aquella fiesta)— se echaron una y otra vez a la calle mientras tildaban de “gallinas” a los militares.

Obviamente no es una militarada la sombra que amenaza al matrimonio infelizmente gobernante desde Buenos Aires, con su patrimonio cuadruplicado en el curso de su primera tanda de gobierno.

Son sus propios conmilitones del justicialismo, especialmente la facción de Duhalde, que fue su valedor para que saliera de la Patagonia, donde Néstor (“Ernesto” para el presidente Rodríguez cuando la primera vez que se saludaron) oficiaba poco menos que como virrey en los fríos aquellos, congeladores de sus radicalismos montoneros.

Una ventisca propia de la Guerra Fría que causante, entre otros desvaríos bolchevizantes y terroristas, de la dictadura militar y sus sistémicas brutalidades represivas.

Reabierta la pugna entre el peronismo de derechas de los adversarios de los Kirchner con el peronismo de izquierda por éstos representados, se pone en cuestión el choque interno de la fuerza política mayoritariamente efectiva en la Argentina, pues el histórico Partido Radical aun no se ha levantado de sus cenizas para resucitar tras del paso de De la Rúa como huésped de la Casa Rosada.

Y todo resulta, en la práctica, del hecho de que el Justicialismo y los peronistas todos, componen mucho más un “movimiento” que un partido propiamente dicho. Constituyen, para bien y para mal, el bloque de fondo en la política argentina.

Ni con ellos ni sin ellos tiene la cosa remedio. De no ser que la cosa, con la crisis de régimen desatada por el choque del Gobierno con el campo, consista en el desalojo del tálamo gobernante. Lanzamiento del montonerismo por ganaciales tras de un proceso de desestabilización que obligue a convocar elecciones anticipadas. El escaso apoyo social con que los Kirchner llegaron al poder parece esfumado más allá del ruido, no de los sables sino de sus partidarios. Que esperan la orden y su turno para echarse también a la calle.

www.estrelladigital.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario