martes, 17 de junio de 2008

Ordóñez rebaja el triunfalismo bancario / Primo González

Fernández Ordóñez ha leído hoy ante el Consejo General del Banco de España su informe anual en el que ha aprovechado, como suele ser tradicional, para extenderse en consideraciones sobre dos ámbitos: la macroeconomía y la situación del sector financiero.

En lo primero ha estado escasamente original, como era de esperar, ya que para tomarle el pulso a la economía están los informes trimestrales y otras comparecencias periódicas, además de otros portavoces que complementan la visión, caso por ejemplo de José Luis Malo de Molina, responsable del Servicio de Estudios del banco, quien ayer mismo salió a la palestra quitándole algo de protagonismo al gobernador.

Pero lo sustantivo de la intervención de Fernández Ordóñez estaba este año en la papeleta que se le plantea al sector financiero.

Un año después de que comenzaran a sonar los tambores de crisis en el sector financiero, incluso de crisis con caídos de por medio, la imagen del sector bancario español es buena, incluso mejor que buena, aunque con cierto riesgo de caer en el triunfalismo.

Que los bancos españoles son ahora mismo la admiración de Europa, en especial los dos grandes, puede sonar a vanagloria excesiva, sobre todo porque algunos analistas ponen el acento en los riesgos futuros que deben afrontar las entidades financieras españolas cuando la morosidad empiece a subir realmente y no de forma moderada como lo ha estado haciendo en estos primeros compases de la crisis.

Hoy, las tasas de morosidad están en torno o por debajo del 1% del stock de crédito, con niveles algo más altos en algunas cajas de ahorros.

Pero los temores de cara al año 2009 apuntan a cotas de morosidad del 2% y del 3% e incluso más. Los quebrantos de los deudores hipotecarios están posiblemente sólo en sus inicios, acompasados por las subidas persistentes del Euríbor.

Y si estas previsiones se cumplen, algunas entidades tendrán que detraer parte creciente de sus beneficios para tapar los créditos impagados.

Es en esa sospecha en la que el gobernador del Banco de España ha incidido al señalar que las entidades financieras españolas, bancos y cajas, deberán plantearse con urgencia la alegría expansiva de estos últimos dos años, en los cuales las redes de oficinas han aumentado de forma considerable y los gastos operativos del sector financiero se han disparado, poniendo en riesgo una de las principales virtudes del sector financiero español, el de su excelente tasa de eficiencia.

Ya hay, por lo tanto, un mensaje anti-triunfalista sobre la mesa: bancos y cajas deberían ponerse a trabajar para frenar la expansión de su red de oficinas e incluso, en algunos casos, plantearse seriamente el cierre de aquellas sucursales que no cumplen los requisitos necesarios de rentabilidad, que deben ser bastantes.

Los bancos y las cajas han vivido su particular fiebre inmobiliaria abriendo oficinas allí donde surgían bloques de viviendas y adosados de nueva construcción, en donde instalaban una oficina que se había con las hipotecas de la zona y poco más, base muchas veces insuficiente para contar con un negocio bancario completo y rentable.

El mensaje de Fernández Ordóñez llega en unos momentos posiblemente cargados de oportunidad y, en todo caso, supone un contrapunto al triunfalismo dominante, que ha llevado a algunas entidades a creerse las mejores del mundo y bastión inexpugnable en medio de la crisis que está llenando de cadáveres todo el universo financiero.

El toque de atención al sector y a los profesionales que lo gestionan es bastante oportuno, sobre todo habida cuenta de que algunas de las cosas que ha hecho el sector financiero en los últimos dos o tres años parecen revelar cierta temeridad, desafiando las reglas del sentido común.

Muchos se han preguntado en estos últimos tiempos si en una época en la que el negocio vía Internet aumenta de forma espectacular para el servicio financiero y en la que la tecnología ofrece posibilidades insospechadas de aumento de la eficiencia no está de sobra tanta expansión de oficinas a pie de calle.

En los dos o tres últimos años, el crecimiento del negocio dejaba márgenes para acometer esta y algunas otras aventuras que quizás no encajen ya en el escenario en el que estamos viviendo desde hace menos de un año, en el que habrá que vigilar mucho más de cerca las aventuras expansionistas en un negocio cuyas tasas de crecimiento se están reduciendo de forma acelerada.

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