lunes, 9 de junio de 2008

Endógena o exógena, esto es una crisis / Andrés Aberasturi

Se han cumplido tres meses desde las últimas elecciones generales que mantuvieron en el Gobierno al presidente Rodríguez Zapatero. Son casi esos cien tópicos días que se piden siempre antes de enjuiciar su labor en una situación digamos normal.

Pero aquí no estamos en ese panorama: la oposición se ensimisma en sus problemas internos y una crisis económica más que evidente se extiende desde los EEUU hasta Europa y se hace carne en España por muy diversos motivos.

Hay una huelga general de transportes que amenaza muy seriamente con paralizar el país, la flota pesquera no se hace a la mar y la agricultura y la ganadería se manifiestan porque no pueden seguir perdiendo dinero.

Los datos socio-económicos son al menos preocupantes: aumenta el paro, la construcción se desploma, sube la cesta de la compra y las bolsas reflejan toda esta realidad. El panorama es este, nos guste o no, y una de dos: o se acepta y se explica y se toman las medidas oportunas, o se echan fuera los balones tratando de jugar con las palabras y las cifras para negar o esconder lo que es una realidad descarada.

Un Gobierno que repite legislatura y se enfrenta a una situación así, debería carecer de esos cien días por dos motivos: porque son momentos críticos en los que hay que tomar decisiones ya o ya, y porque estas crisis (esto se llama crisis) estaba anunciada desde la legislatura anterior. Por eso precisamente no se entiende muy bien la aparente pasividad del Ejecutivo más preocupado por negar la realidad que por arreglarla.

Y cuando el inefable Pepiño Blanco nos explica las causas endógenas y exógenas de la cosa y que tampoco es para tanto, pues es justo cuando te empiezas a preocupar porque se despierta la sospecha de qué no tienen ni idea de por dónde empezar.

Si unos días después comienza la peor huelga de todas las posibles que es la del transporte y piensas que la interlocutora para solucionar el conflicto es la inefable Magdalena, entonces ya te echas a temblar y como si de un país del tercer mundo se tratase, haces acopio de antibióticos y azúcar por lo que pueda suceder.

Endógena y/o exógena, esto es una crisis con todas las de la ley.

Y yo no sé cómo se gestiona una crisis de esta envergadura, pero estoy seguro que no es como lo está haciendo el Gobierno. Se lo han repetido desde todas instituciones y desde todos los medios: lo primero es reconocer que las cosas son como son y no como nos gustarían que fueran y, una vez aceptado el problema, no cortarse un pelo ni perder un minuto en aplicar las soluciones.

Tal vez se me dirá que eso ya se está haciendo; es posible, pero entonces lo que falla estrepitosamente es la comunicación: la gente tiene la percepción de que las cosas van mal y de que no se hace nada por mejorarlas y ya no valen cheques regalo de 400 euros que, además, son sólo medio verdad.

Ni Nadal, ni la Eurocopa si pasamos de cuartos, ni siquiera el exquisito y muy comprensible silencio de Pepe Blanco sobre Obama para no desmoronar el sistema electoral norteamericano, van a lograr que la crisis pase de largo, sea endógena, exógena o antipatriótica. (Manda huevos lo de Pepiño con la que esta cayendo).

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