JEDHAD.- Arabia Saudí acoge este domingo una inusual reunión de energía durante la peor crisis petrolera en décadas, pero su decisión de convocar esta cita y de aumentar unilateralmente su oferta en medio millón de barriles por día abre nuevas brechas en el seno de la OPEP.
En esta ciudad saudí a orillas del mar Rojo, los principales consumidores y productores de petróleo del mundo buscarán ponerse de acuerdo sobre cómo estabilizar los precios del oro negro, que se han más que duplicado en un año y hace una semana alcanzaron el récord histórico de 140 dólares el barril.
En un gesto de buena voluntad hacia Occidente, los saudíes anunciaron en espacio de un mes dos aumentos unilaterales de su oferta petrolera por un total de medio millón de barriles por día, que elevarían su producción en julio a 9,65 millones de b/d, un 11% de la oferta mundial.
Y Estados Unidos, Alemania y otros grandes consumidores, sedientos de energía pero a precios más razonables, presionan por una nueva apertura de los grifos.
Pero varios de los 13 integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) han declarado su oposición a todo aumento de la oferta, ya que estiman que la disparada de los precios no obedece a las leyes de la oferta y la demanda, sino a factores como la especulación financiera, la limitada capacidad de refinación y la debilidad del dólar.
El presidente de la OPEP, Chakib Jelil, se opuso este domingo en Yeda a aumentar la oferta de crudo. "El mercado está equilibrado. No es un problema de oferta. El precio está desconectado de los fundamentos", dijo Jelil, ministro de Energía argelino.
Según Jelil, los 13 integrantes del cartel decidieron que no era necesario celebrar una reunión extraordinaria en junio. "Nos reuniremos en septiembre para tomar una decisión", precisó.
Jelil no quiso responder por qué Arabia Saudí, líder de la OPEP y mayor productor de crudo del mundo, decidió aumentar su producción en otros 200.000 barriles por día (b/d), tras el alza de 300.000 b/d anunciada en mayo. "¿Por qué tendríamos un problema de oferta cuando la demanda está bajando?", preguntó.
El ministro de Petróleo kuwaití, Mohamad al Olaim, aseguró por su lado que "la OPEP no dudará en aumentar su producción si el mercado lo pide".
"En nombre de Kuwait, no dudaremos si el mercado lo pide", insistió, abriendo la puerta a un eventual alza unilateral que podría seguir los pasos saudíes.
Irán, uno de los halcones de precios del cartel, se declaró inicialmente hostil a cualquier aumento unilateral de la oferta fuera del consenso de la OPEP, aunque días después suavizó sus declaraciones y dijo que el alza de la oferta saudí "no tendrá ningún impacto en los precios".
Libia y Venezuela han planteado dudas sobre la conveniencia de celebrar esta reunión. El ministro de Energía venezolano, Rafael Ramírez, amenazó incluso con no ir a la cita, pero finalmente acordó participar tras recibir una llamada telefónica del poderoso ministro de Petróleo saudí, Alí al Naimi, según fuentes de su cartera.
"Esto muestra la tensión existente dentro de la OPEP. Y también cuán audaz fue la decisión de los saudíes de convocar a esta reunión, cuando hubiera sido más fácil relajarse y disfrutar de los mayores ingresos", dijo un alto funcionario internacional del sector de la energía, que pidió el anonimato.
"Lo que nos reúne aquí es el sincero deseo de ser responsables. Y hasta el día de hoy, nunca he visto un país de la OPEP que no haya sido responsable", dijo el viceministro de Petróleo saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, consultado sobre las tensiones en el seno del cartel.
Esta reunión "no logrará nada", lamentó abiertamente el ministro de Petróleo libio, Shukri Ghanem, al llegar a Yeda. Según el jerarca libio, la cita fue organizada demasiado rápido -en 10 días- y lo que realmente serviría sería una reunión bien organizada entre la OPEP y el Grupo de los Ocho países más industrializados (G8).
En esta ciudad saudí a orillas del mar Rojo, los principales consumidores y productores de petróleo del mundo buscarán ponerse de acuerdo sobre cómo estabilizar los precios del oro negro, que se han más que duplicado en un año y hace una semana alcanzaron el récord histórico de 140 dólares el barril.
En un gesto de buena voluntad hacia Occidente, los saudíes anunciaron en espacio de un mes dos aumentos unilaterales de su oferta petrolera por un total de medio millón de barriles por día, que elevarían su producción en julio a 9,65 millones de b/d, un 11% de la oferta mundial.
Y Estados Unidos, Alemania y otros grandes consumidores, sedientos de energía pero a precios más razonables, presionan por una nueva apertura de los grifos.
Pero varios de los 13 integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) han declarado su oposición a todo aumento de la oferta, ya que estiman que la disparada de los precios no obedece a las leyes de la oferta y la demanda, sino a factores como la especulación financiera, la limitada capacidad de refinación y la debilidad del dólar.
El presidente de la OPEP, Chakib Jelil, se opuso este domingo en Yeda a aumentar la oferta de crudo. "El mercado está equilibrado. No es un problema de oferta. El precio está desconectado de los fundamentos", dijo Jelil, ministro de Energía argelino.
Según Jelil, los 13 integrantes del cartel decidieron que no era necesario celebrar una reunión extraordinaria en junio. "Nos reuniremos en septiembre para tomar una decisión", precisó.
Jelil no quiso responder por qué Arabia Saudí, líder de la OPEP y mayor productor de crudo del mundo, decidió aumentar su producción en otros 200.000 barriles por día (b/d), tras el alza de 300.000 b/d anunciada en mayo. "¿Por qué tendríamos un problema de oferta cuando la demanda está bajando?", preguntó.
El ministro de Petróleo kuwaití, Mohamad al Olaim, aseguró por su lado que "la OPEP no dudará en aumentar su producción si el mercado lo pide".
"En nombre de Kuwait, no dudaremos si el mercado lo pide", insistió, abriendo la puerta a un eventual alza unilateral que podría seguir los pasos saudíes.
Irán, uno de los halcones de precios del cartel, se declaró inicialmente hostil a cualquier aumento unilateral de la oferta fuera del consenso de la OPEP, aunque días después suavizó sus declaraciones y dijo que el alza de la oferta saudí "no tendrá ningún impacto en los precios".
Libia y Venezuela han planteado dudas sobre la conveniencia de celebrar esta reunión. El ministro de Energía venezolano, Rafael Ramírez, amenazó incluso con no ir a la cita, pero finalmente acordó participar tras recibir una llamada telefónica del poderoso ministro de Petróleo saudí, Alí al Naimi, según fuentes de su cartera.
"Esto muestra la tensión existente dentro de la OPEP. Y también cuán audaz fue la decisión de los saudíes de convocar a esta reunión, cuando hubiera sido más fácil relajarse y disfrutar de los mayores ingresos", dijo un alto funcionario internacional del sector de la energía, que pidió el anonimato.
"Lo que nos reúne aquí es el sincero deseo de ser responsables. Y hasta el día de hoy, nunca he visto un país de la OPEP que no haya sido responsable", dijo el viceministro de Petróleo saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, consultado sobre las tensiones en el seno del cartel.
Esta reunión "no logrará nada", lamentó abiertamente el ministro de Petróleo libio, Shukri Ghanem, al llegar a Yeda. Según el jerarca libio, la cita fue organizada demasiado rápido -en 10 días- y lo que realmente serviría sería una reunión bien organizada entre la OPEP y el Grupo de los Ocho países más industrializados (G8).
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