BUENOS AIRES.- Transportistas argentinos, furiosos por un conflicto entre el sector agrícola y el Gobierno que paraliza el comercio de granos, bloqueaban el miércoles carreteras para pedir que se resuelva la disputa, en una acción que amenaza el abastecimiento de alimentos.
La tensión en los caminos llegó a su punto máximo el martes por la noche, cuando seis camiones con combustible que intentaron eludir los cortes de rutas fueron tiroteados en la provincia de Entre Ríos, aunque no hubo heridos.
La agresión, consumada por personas vinculadas al sector transportista y agropecuario, según las autoridades, complica aún más una crisis que hizo caer la popularidad de la presidenta Cristina Fernández y mantiene en la incertidumbre a gran parte de la sociedad argentina.
"Esperamos que realmente el nivel de agresión, de intolerancia, quede a un costado, porque esto es lamentable", dijo al canal TN el ministro de Interior, Florencio Randazzo.
El dirigente agregó que uno de los agresores sería familiar del ex represor Antonio Bussi, uno de los símbolos de la dictadura que gobernó el país entre 1976 y 1983.
Los dueños de camiones reclaman una solución al enfrentamiento entre el sector rural y el Gobierno, porque las tres huelgas comerciales y los bloqueos de carreteras que realizaron los productores en los últimos tres meses prácticamente paralizaron la actividad de los transportistas.
El conflicto comenzó tres meses atrás, cuando el Gobierno aplicó un nuevo esquema de impuestos a las exportaciones agrícolas, que implicó un alza en la tasa que paga la soja, el mayor cultivo del país.
Los productores levantaron formalmente su última huelga el lunes, pero el comercio de granos sigue restringido, lo que impulsó la protesta de los camioneros.
Así, la situación en las rutas es confusa y algunos dirigentes del transporte hablaban de una "anarquía total".
"Hay mucho nerviosismo, a la gente es cada día más difícil contenerla. Nos vamos a empezar a lastimar entre nosotros", expresó Hermes Ludi, dirigente de la Federación del Transporte Automotor de Cargas (Fetac).
La protesta está afectando el abastecimiento de alimentos y combustibles tanto en las ciudades como en los puertos exportadores, y el Gobierno por el momento no tomó la decisión de liberar los caminos.
Argentina es uno de los mayores proveedores agropecuarios del mundo y el extenso conflicto impulsó los precios internacionales de los granos en los últimos meses por el temor a que no pueda cumplir con sus compromisos de exportación.
Tras meses de negociaciones fallidas, la presidenta, Cristina Fernández, dio esta semana por cerrada la negociación con el agro, al anunciar el lunes el destino que tendrán en los próximos dos años los fondos extra recaudados por el nuevo impuesto.
Pero el sector agrícola no está dispuesto a ceder y el viernes podrían decidir nuevas medidas de fuerza.
La tensión en los caminos llegó a su punto máximo el martes por la noche, cuando seis camiones con combustible que intentaron eludir los cortes de rutas fueron tiroteados en la provincia de Entre Ríos, aunque no hubo heridos.
La agresión, consumada por personas vinculadas al sector transportista y agropecuario, según las autoridades, complica aún más una crisis que hizo caer la popularidad de la presidenta Cristina Fernández y mantiene en la incertidumbre a gran parte de la sociedad argentina.
"Esperamos que realmente el nivel de agresión, de intolerancia, quede a un costado, porque esto es lamentable", dijo al canal TN el ministro de Interior, Florencio Randazzo.
El dirigente agregó que uno de los agresores sería familiar del ex represor Antonio Bussi, uno de los símbolos de la dictadura que gobernó el país entre 1976 y 1983.
Los dueños de camiones reclaman una solución al enfrentamiento entre el sector rural y el Gobierno, porque las tres huelgas comerciales y los bloqueos de carreteras que realizaron los productores en los últimos tres meses prácticamente paralizaron la actividad de los transportistas.
El conflicto comenzó tres meses atrás, cuando el Gobierno aplicó un nuevo esquema de impuestos a las exportaciones agrícolas, que implicó un alza en la tasa que paga la soja, el mayor cultivo del país.
Los productores levantaron formalmente su última huelga el lunes, pero el comercio de granos sigue restringido, lo que impulsó la protesta de los camioneros.
Así, la situación en las rutas es confusa y algunos dirigentes del transporte hablaban de una "anarquía total".
"Hay mucho nerviosismo, a la gente es cada día más difícil contenerla. Nos vamos a empezar a lastimar entre nosotros", expresó Hermes Ludi, dirigente de la Federación del Transporte Automotor de Cargas (Fetac).
La protesta está afectando el abastecimiento de alimentos y combustibles tanto en las ciudades como en los puertos exportadores, y el Gobierno por el momento no tomó la decisión de liberar los caminos.
Argentina es uno de los mayores proveedores agropecuarios del mundo y el extenso conflicto impulsó los precios internacionales de los granos en los últimos meses por el temor a que no pueda cumplir con sus compromisos de exportación.
Tras meses de negociaciones fallidas, la presidenta, Cristina Fernández, dio esta semana por cerrada la negociación con el agro, al anunciar el lunes el destino que tendrán en los próximos dos años los fondos extra recaudados por el nuevo impuesto.
Pero el sector agrícola no está dispuesto a ceder y el viernes podrían decidir nuevas medidas de fuerza.
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