martes, 10 de junio de 2008

Casi nada será igual con un petróleo caro / Enrique Badía

La expectativa cada vez más afianzada de que el futuro se perfila con un barril de petróleo caro obliga a prever que muchas cosas van a cambiar. Sólo una previsión optimista de que el alza pudiera ser transitoria o una valoración en cierta medida ilusoria pudieran inducir a pensar que las cosas van a seguir igual con unos costes de la energía que van camino de triplicarse respecto de los imperantes hace apenas un lustro.

Los efectos directos sobre determinados sectores están claros, pero es difícil creer que no acaben afectando al resto, aunque sea en distinta medida o desigual intensidad. Serán más contundentes, sin duda, en todo lo que no admita sustitución inmediata del combustible empleado y, por extensión, en lo directamente relacionado con ello.

Estos días están de actualidad el transporte por carretera y la pesca, dado que camiones y buques no tienen más alternativa viable que consumir litros de gasóleo, pero también la aviación comercial que tiene en el queroseno una de sus principales partidas de coste; aspecto, este último, que probablemente generará cambios notables en los flujos turísticos, últimamente poco o nada afectados por el factor distancia.

Pensando a plazo más largo, cabe preguntarse por el impacto que acabarán teniendo los nuevos costes del transporte en términos de localización, o si se prefiere deslocalización de las plantas de producción de bienes físicos.

El traslado de factorías a países emergentes, con menores costes de mano de obra y ventajas asociadas, alejándolos en muchos casos de los principales centros de demanda, ha sido una de las características asociadas a la globalización. En cierta medida, esa política se asienta en que los costes añadidos por el tránsito del producto, a menudo desde ubicaciones bastante alejadas de los mercados, resulten sobradamente compensados por los ahorros producidos en el proceso de fabricación.

¿Persistirá la ecuación favorable a medida que sigan creciendo los precios del transporte? ¿Revertirá en mayor o menor medida en un restablecimiento del valor de la producción en proximidad?

Cálculos parecidos son aplicables, por descontado, a las empresas autóctonas de los países emergentes que, sustentadas en sus bajos costes de producción, han penetrado con intensidad en los mercados de los países desarrollados, o más extensamente a las economías cuyo despegue viene fundamentado en su capacidad exportadora.

De momento, no pasan de ser dibujos especulativos de futuros escenarios, más o menos probables en función de cómo evolucionen los precios del petróleo y todo lo que depende irremediablemente de él. Algo que, pese a todo, dista de estar claro a fecha de hoy.

Una duda esencial radica en si habrá o no un precio de equilibrio en los mercados energéticos más o menos próximo a su nivel actual. Pese a la dificultad de cualquier pronóstico, es presumible que, antes o después, el alza provocará una retracción de la demanda que acabará incidiendo en la cotización del barril. De que llegue antes o después dependerá que los cambios alcancen mayor o menor profundidad, pero cabe pensar que los habrá.

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