miércoles, 16 de julio de 2008

EE UU, UE y China buscan un compromiso de la OMC; enmedio de un fuerte escepticismo

GINEBRA.- Estados Unidos, la Unión Europea, China y otras potencias comerciales están enviando negociadores a Ginebra para una reunión la semana próxima destinada a eliminar siete años de fracasos en la ronda Doha de conversaciones sobre libre comercio.

Pero las expectativas son reducidas, pues el marco de las negociaciones refleja el mundo de 2001, sin concentrarse en nuevos y graves problemas como los altos precios del crudo o las tarifas de biocombustibles.

El presidente de Estados Unidos George W. Bush señaló en la cumbre del G-8 de líderes mundiales efectuada la semana pasada que era "de gran importancia concluir" las conversaciones.

Por su parte, el primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, y el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva dijeron que otro fracaso en las conversaciones patrocinadas por la Organización Mundial de Comercio destruirán "las mejores bases para un continuo crecimiento económico".

Pero las advertencias han hecho poco por disminuir el escepticismo que reina en el mundo en torno al resultado de las negociaciones.

El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, uno de los principales críticos, ha dicho la semana pasada, "Han pasado siete años sin un acuerdo, y durante seis años se ha registrado un crecimiento sin precedentes en el mundo".

La ronda había sido considerada una gran esperanza para los países en vías de desarrollo desde su inicio en Doha, la capital de Qatar, en el 2001. Los primeros cálculos indicaban que un acuerdo podría acrecentar la riqueza global en cientos de miles de millones de dólares al año, y que los países pobres resultarían beneficiados.

Pero los expertos dicen ahora que lo máximo a que se puede aspirar es un pacto diluido, con numerosas escapatorias jurídicas.

Parte del problema es que las conversaciones se concentraron en problemas como los subsidios a la agricultura.

Pero tópicos de comercio que han sido ignorados o relegados incluyen:

- Biocombustibles de cosechas. Estados Unidos y la UE desean producir más, pero Brasil puede vender más, y más barato, de no ser por las altas tarifas protectoras.

- Suministros energéticos en general.

- Estándares en materia de protección a los derechos laborales y al medio ambiente. Los gobiernos de países pobres rechazan esos estándares. Pero legisladores demócratas en Estados Unidos exigen que se cumplan.

El estancamiento se complica debido a docenas de cifras y de fórmulas, pero se reduce esencialmente a esto: Estados Unidos, la UE, Japón y otras naciones ricas tienen que bajar sus tarifas para permitir la importación de materias primas y de productos agrícolas de países pobres.

A cambio, fabricantes occidentales, bancos y proveedores de servicios tendrán nuevas posibilidades en mercados emergentes como los de Brasil, China y la India.

Por otra parte, hay países como Argentina y Venezuela que no muestran mucho entusiasmo por la liberalización comercial.

"No veo posibilidad alguna de que se registre un éxito" en las negociaciones, dijo el mes pasado el principal negociador comercial de Argentina Néstor Stancarelli.

Y al parecer, muy poco ha cambiado desde entonces.

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