El programa se aplicará en varios años y prevé a la vez medidas de ayuda de urgencia para los pescadores y medidas de restructuración a largo plazo para adaptar la profesión a la nueva realidad del petróleo caro.
Será financiado a altura de 1.400 millones de euros por fondos ya existentes en el presupuesto europeo de la pesca, pero que podrán ser utilizados de manera más flexible y más rápidamente por los Estados de la Unión Europea (UE).
El resto, 600 millones de euros, será aportado por la Comisión Europea, como se comprometió a hacerlo el 8 de julio.
El programa autoriza a entregar "ayudas de urgencia" a los pescadores que se queden en puerto de manera temporal, durante un período máximo de tres meses, para cubrir los gastos de tripulación y los costos fijos, con la condición de que ello entre en el marco de un plan de restructuración.
Este capítulo llevará la mayor parte del costo previsto.
También está previsto aumentar el techo de las ayudas públicas autorizadas en el sector, de 30.000 euros en tres años actualmente por empresa de pesca, a 100.000 euros, como lo pedían en particular Francia e Italia.
Asímismo Bruselas hará prueba de mayor flexibilidad en la utilización por los Estados de los fondos europeos de ayuda a la pesca y ampliará las prejubilaciones financiadas con el apoyo de la UE.
La Comisión facilitará las ayudas para equipar los barcos de pesca con motores que gasten menos carburante y quiere ayudar a los pescadores a obtener mejor precio por sus capturas por parte de los intermediarios y los distribuidores.
Este plan fue diseñado por el Comisario europeo de pesca, Joe Borg, bajo la presión de los Estados miembros que tuvieron que enfrentar varias manifestaciones de pescadores encolerizados en mayo y junio.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, puso toda su influencia en la balanza para imponerlo ante las reticencias de algunos de los comisarios a la idea de otorgar nuevas subvenciones, afirmaron fuentes europeas.
Fue respaldado en particular por Francia, cuyas autoridades se han quejado en varias ocasiones de la inacción de Bruselas frente a la desesperación de los pescadores, golpeados por el aumento de 240% del precio del gasoil para los barcos de pesca desde 2002, a más de 70 céntimos de euros de promedio actualmente.
El plan ya suscitó las críticas de asociaciones ecologistas, según las cuales alentará la sobrepesca en aguas europeas cuando la prioridad debería ser puesta en la disminución de la flota, demasiado importante con respecto a las reservas de peces disponibles.
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