jueves, 10 de julio de 2008

El atracón de los ricos y el hambre / Esther Esteban

Maíz con caviar, dados de atún con aguacate, salmón ahumado, almejas hervidas, erizos de mar, gambas, ternera, verduras y así hasta 20 deliciosas 'delicatessen' que harían las delicias del paladar más exquisito.

El menú en cuestión no es un lujo gastronómico de esos que harían las delicias de los buenos gourmet, ni tampoco un arriesgada y magnífica apuesta de los muchos concursos de cocina que proliferan en los lugares más insólitos. Es ni más ni menos que la oferta que el chef japonés Katushiro Namakura- el primero de ese país en ganar una estrella Michelín- preparó como cena para los integrantes del G-8 reunidos en Tokio.

Con este atracón, a modo de opípara cena, cerraron los representantes de los países mas ricos de la tierra la primera jornada del encuentro, que se había dedicado a analizar la pobreza en África y las devastadoras consecuencias de las escasez de alimentos que mata de hambre a millones de personas.

Como mensaje resulta casi una provocación, ver cómo Bush, Merkel, Brown, Berlusconni, Sarkozy, Fukuda, Harper y Medvedev celebran su incapacidad para cumplir los compromisos de ayuda al desarrollo con un menú de reyes ¡Siempre ha habido clases! debieron pensar. Esto de predicar con el ejemplo debe ser algo tan pasado de moda, que ya ni siquiera se guardan las formas.

Total da igual porque entre festín y festín no se van a amargar la sobremesa pensando que no han cumplido su promesa de desestimar ayudas por valor de 62.000 millones de dólares para luchar contra las enfermedades infecciosas en África y que de los 50.000 millones de ayuda al desarrollo que se deberían invertir hasta el 2010 solo se han destinado 3.000.

Que las palabras se las lleve el viento mientras el hambre sigue siendo la peor y mas cruenta de las guerras da igual. ¿Quién les va a pedir explicaciones? Ya se sabe que los del G-8 pagan; y quien paga manda... A los pobres solo les queda morir u obedecer.

Eso sí, que cuando termine la cumbre que nadie pueda decir que ellos, los ricos, se ha quedado con hambre aunque no hayan tenido la decencia aunque solo fuera por el ¡qué dirán! de sentar a un pobre en su mesa...

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