sábado, 12 de julio de 2008

Algo habrá que hacer / Andrés Aberasturi

Este incremento de la inflación no es una noticia positiva, dijo muy seriamente el ministro Solbes al comentar el hecho de haber llegado a un aumento del IPC anual del 5%.

A un ministro así, una de dos: o le cesas directamente o le propones como especie a proteger porque hace falta ser mucho Solbes para iniciar con esta frase una comparecencia poco habitual antes del Consejo de Ministros. Pero menos es nada; hasta hace bien poco los que no teníamos nada claro el futuro económico de España éramos antipatriotas y la palabra crisis era una blasfemia cívica.

Al menos ahora el responsable de los dineros del Estado reconoce que llegar al 5% “no es una noticia positiva”; sólo faltaba que se le diera la vuelta al dato y trataran de convencernos de que llegar al 5% era lo mejor que nos podía pasar.

Naturalmente todo tiene una explicación y el ministro aclaró de inmediato que la culpa la tiene la subida del petróleo, la huelga de los transportistas y la subida de los alimentos. Pues si; no creo yo que en el IPC haya influido demasiado los libros que edita Siruela (un suponer) o el precio de los bolsos de Loewe.

Explicar lo obvio empieza ya a resultar algo particularmente pesado.

Luego, ya más metido en materia, nos reconocía Solbes que habrá que revisar una vez más las previsiones de crecimiento del Gobierno y que si no estamos en recesión, casi rozamos ese larguero. Bueno, pues ya empezamos a ir por el buen camino. Y una vez que todo eso se reconoce ¿qué? Porque insisto una vez más en que la sensación que se tiene en la calle es de que el Gobierno se ha resignado fatalmente a su destino y vive enclaustrado en los recuerdos de la legislatura pasada.

Pero hablamos de presente y de futuro, hablamos de los informes del BBVA, de las advertencias del Circulo de Empresarios, de los anuncios de la CEPYME que auguran el fin de muchas empresas pequeñas y medianas que son las que sostienen el tejido social de esta país.

Estamos hablando de nosotros, los que cada día vamos y venimos por la calle y que naturalmente nos preocupa el voto de los inmigrantes, la ley de plazos para el aborto y el derecho a la muerte digna, claro que nos preocupa todo eso; pero cuando no tenemos muy seguro ni si vamos a llegar a fin de mes, eso nos parece muy grave y muy urgente y echamos de menos que ante semejante panorama, ya reconocido más o menos oficialmente aunque con muchos paños calientes, se vayan todos de vacaciones y no se convoque una especie de gabinete de crisis o como lo quieran llamar, que no se junten todos los partidos y los sindicatos y los empresarios para ver cómo salimos de esta.

Echar la culpa al petróleo y a la huelga, está bien, resulta didáctico y estoy que seguro que muy cierto, pero ¿qué más? Una vez admitido eso, ¿qué hacemos aparte de poner el aire acondicionado a 24 grados y quitarnos la corbata? Es que la cosa no está para bromas y si tocan vacas flacas, pues vale, pero a estas alturas alguna medida habrá para salir lo mas airoso de este trance.

Yo reconozco que me tienen muy despistado: ya no sé si la cosa no es tan grave como se palpa en la calle o el Gobierno, realmente, no tiene ni idea de cómo hacer frente a la crisis. Pero cruzarse de brazos y afirmar que los datos “no son una noticia positiva”, la verdad, me parece poco.

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