lunes, 14 de julio de 2008

Aquel debate Solbes-Pizarro / Antonio Pérez Henares

Un tropel de exegetas, una cohorte de expertos y un batallón de opinadores elevaron a la categoría de sabio maestro a Solbes frente a quien se consideró un aturrullado e inexperto aprendiz, Manuel Pizarro, a quien se había sacado prematuramente a desbravar ante las pantallas de televisión.

Tras esta preparación artillera, la siempre leal infantería, a golpe legionario de encuesta, dictó sentencia. Y se consideró como gran verdad, axioma y piedra angular de toda la campaña que el vicepresidente Solbes sabía lo que se hacía y sabría lo que hacer ante aquel agorero del PP que advertía sobre malos tiempos, un catastrofista antipatriota que osaba decir que ‘las cosas en España van mal’ y que se avecinaba crisis.

Aquel día, aquel debate comenzó aquella carera de sinónimos que hoy continua aún para no reconocer la realidad, aquel monumental engaño a las gentes sobre lo que pasaba y sobre lo que iba a pasar, aquel avestrucismo que nos sigue paralizando ante la adversidad. Todo aquello que hoy seguimos sufriendo y ahora descubrimos asustados, pero entonces cumplió magníficamente su objetivo en las urnas. Mediáticamente y electoralmente aquel debate lo ganó el Gobierno. Hoy no faltan razones para pensar que quizás lo perdimos todos.

Pizarro hablaba de inflación al galope, de paro desbocado, de perspectivas negras en crecimiento, en suma, de crisis muy seria más allá de unas turbulencias coyunturales. Y Solbes decía, ¡ay!, lo que la población quería oír, que era apenas un constipadillo pasajero, que seguiríamos creciendo, una suave desaceleración y un país preparado y con vacunas para hacer frente al catarro.

Su jefe Zapatero aprovechaba el globo para remontarlo aún más: este era un país económicamente en la cima ‘champions’ y ‘lo mejor estaba por venir’. La condición humana jugó a su favor. Los profetas que avisan de las tormentas nunca son bien recibidos mientras los que auguran bendiciones son alborozadamente sentados a comer.

Pero hoy ¿a que mesa sentaríamos a Solbes? ¿A la del paro, a la de la inflación, al de la hipoteca, a la de la recesión? Resultaría además muy ilustrador ponerle a los postres su propia intervención, algunas televisiones como Intereconomia lo han hecho ya, y sus propias previsiones. Y que tuviera que pagar la cuenta de la diferencia. Hoy la realidad ha demostrado quien tenía razón en su alarma, quien veía las realidades y quien no las quería ni mirar, quien urgía a comenzar a construir diques ante la avenida y quien como todo remedio agitaba el saquete de arena de los 400 euros.

Hoy, lo ha sentenciado hasta El País, como duro mentís en otra primera página al huidizo Zapatero: ‘la crisis no es opinable’. Nueve de cada diez españoles afirman con rotundidad sentirse en ella, un 75% considera la situación económica ‘mala o muy mala’, por tan sólo un exiguo 8% que aún la considera buena, un 53% estiman, por si fuera poco, que lo peor está por venir, que empeorará y casi un 70% que la cosa va para largo. Hoy las gentes, desde luego, no darían vencedor de aquel debate a Solbes.

Pero hay más. A tan sólo a tres meses de pasar por las urnas, la población ha perdido de manera abrumadora la confianza en el gobierno. La demoledora encuesta de ‘El País’ que ha conmocionado al Ejecutivo, expresa un estado de opinión tan contundente como descalificador para el Zapatero triunfante de urnas y congreso aclamatorio: El 63% considera que el Gobierno no sabe hacer frente a la crisis y otra mayoría suscribe que parece sólo empeñado en ocultar la realidad. Y esa opinión resulta mayoritaria incluso entre los propios votantes socialistas.

Son con estas con las que estamos a boca de escapar de vacaciones, que este año es en verdad escapar. Pero todos sabemos que septiembre será el final de la escapada.

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