El activo financiero neto de las familias, es decir la diferencia entre activo y pasivo, se elevó a 0,86 billones de euros, aunque una parte importante de la deuda de las familias tenía como origen la financiación de activos inmobiliarios.
En concreto, el 37% del ahorro de las familias españolas permanecía en depósitos bancarios, mientras que la inversión directa en acciones no cotizadas suponía un 16% del total.
El ahorro colocado en Instituciones de Inversión Colectiva (fondos y sociedades de inversión) suponía el 11%, mientras que el ahorro en seguros representaba el 8%, y el materializado en fondos de pensiones el 6% del ahorro total.
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