miércoles, 23 de julio de 2008

‘Floridablanca 1728-1808. La utopía reformadora’ , una exposición sobre el primer ministro con Carlos III

MURCIA.- La exposición ‘Floridablanca 1728-1808. La utopía reformadora’ podrá visitarse del 18 de septiembre al 8 de diciembre en la Sala San Esteban y en el Centro Cultural Las Claras, de Murcia, España, y, a partir del 22 de diciembre y hasta el 22 de febrero de 2009, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid. Se cumple este año el bicentenario de la muerte en Sevilla, del ilustre murciano José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca y presidente de la Junta Central Suprema durante nuestra Guerra de la Independencia.

La muestra rememorá a través de dibujos, documentos, pinturas, porcelanas, libros, joyas y esculturas, el nacimiento del Conde de Floridablanca, una de las personalidades más atractivas y complejas de la Historia, tanto de la Región de Murcia como de España, y que supone un emblema de la Ilustración en nuestro país.

Destaca la muestra su carácter multidisciplinar al desbordar el formato propio de la exposición para convertirse también en un proyecto científico. Además, recuerda la figura del político murciano a través de obras de grandes artistas como Goya, Batoni, Mengs, Ferro, Bayeu, Vergara, Houasse, Flaugiers y Giaquinto.

La exposición está organizada por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, a través de las consejerías de Cultura y Turismo; el Ministerio de Cultura, por medio de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales; el Ayuntamiento de la ciudad; la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; y la Fundación Caja Murcia, de la Caja de Ahorros.

El comisario de la Exposición será el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, Cristóbal Belda.

Biografía

José Moñino inició sus estudios en Murcia y después en Orihuela donde se graduó en leyes. Estudió abogacía en la Universidad de Salamanca, profesión que ejerció junto a su padre durante algún tiempo. Sus contactos como abogado con personajes influyentes, como el duque de Alba o Diego de Rojas, le facilitaron la entrada en el Consejo de Castilla como fiscal de lo criminal en 1766.

Allí estableció una relación estrecha con Campomanes, consagrándose ambos en la defensa de las prerrogativas de la Corona frente a otros poderes y, en particular contra la Iglesia (regalismo).

En 1767 actuó contundentemente contra los instigadores del motín de Esquilache en Cuenca y colabora con Aranda y Campomanes en la expulsión de los jesuitas de los territorios de la Corona española ese mismo año.

En 1772 es nombrado embajador plenipotenciario ante la Santa Sede, donde influyó en Clemente XIV para obtener la disolución definitiva de la Compañía de Jesús, objetivo que alcanza en 1773. En premio a estos servicios, Carlos III le nombra conde de Floridablanca ese mismo año.

El 19 de febrero de 1777 toma posesión como Secretario del Despacho de Estado (especie de ministro de Asuntos Exteriores), cargo que ocuparía hasta el 27 de febrero de 1792, ocupando interinamente la Secretaría de Gracia y Justicia entre 1782 y 1790.

Floridablanca orientó la política exterior de Carlos III hacia un fortalecimiento de la posición española frente a Inglaterra, motivo por el que interviene en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos junto a Francia y las colonias rebeldes en contra de Inglaterra (1779-1783), gracias a lo cual consigue recuperar Menorca (1782) y Florida (1783).

Sin embargo, no es capaz de tomar Gibraltar. Potenció también la amistad con los príncipes italianos de la Casa de Borbón y con Portugal (con la que firma un tratado de amistad en 1778, el Tratado de San Ildefonso, por el que obtiene las islas africanas de Annobón y Fernando Poo).

Pronto se vio enfrentado al partido aragonés que encabezaba el conde de Aranda, pues Floridablanca pretendía reequilibrar las instituciones de la Monarquía dando más peso al estilo de gobierno ejecutivo de las Secretarías de Estado y del Despacho, mientras que Aranda defendía el estilo tradicional que representaban los Consejos.

En esa línea creó en 1787 la Junta Suprema de Estado (presidida por él mismo), que respondía a la idea de coordinar las distintas secretarías en una especie de Consejo de Ministros, obligando a todos los secretarios a reunirse una vez por semana.

En 1789 el pueblo de Madrid, en múltiples panfletos, acusaba a Floridablanca de robo y de deslealtad a la Corona. Éste quiso dimitir, decisión no admitida por Carlos IV, el cual creó varias secretarías (Gracia y Justicia, Real Casa y Patrimonio) para aliviar los trabajos de Floridablanca.

Ante esta situación, Floridablanca quiso abandonar su cargo, sin resultado, puesto que el testamento real estipulaba que el hijo y sucesor del rey Carlos III debía mantener su confianza en el Conde de Floridablanca.

Antaño reformista, los sucesos de la Revolución Francesa hacen cambiar de forma radical su punto de vista político, convirtiéndose en abanderado de una fuerte reacción, que lleva al encarcelamiento de Francisco Cabarrús y la caída en desgracia de Jovellanos y Campomanes. El 18 de julio de 1790 sufre un atentado, del que escapa ileso y dos años más tarde Carlos IV le destituye y es apresado en su casa de Hellín.

La subida al poder de Aranda le lleva a la cárcel en la ciudadela de Pamplona, bajo acusaciones de corrupción y abuso de autoridad. A la caída de Aranda, sustituido por Manuel Godoy, es liberado (1794). Sin embargo, Floridablanca no vuelve a intervenir en asuntos políticos y se retira a su ciudad natal, Murcia.

Tras el levantamiento de Madrid contra los franceses (2 de mayo de 1808), Floridablanca organiza la Junta Suprema de Murcia y es nombrado poco después presidente de la Junta Central Suprema, muriendo al poco tiempo en Sevilla. Está enterrado en la iglesia murciana de San Juan Bautista.

(Floridablanca, Art Institute, Chicago, pintado en 1776 por Pompeo Batoni, en Roma)

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